No se trata de estar de acuerdo con cada aspecto que promueve la Cuarta Transformación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Tampoco de lanzar las campanas al vuelo o ensalzar cada iniciativa de ley que presenta.
José Luis Treviño Flores* / Edición: 4 Vientos
“Hay pueblos que saben a desdicha. Se les conoce con sorber un poco de aire viejo y entumido, pobre y flaco como todo lo viejo”: Juan Rulfo (Imagen: mindomo.com)
Las políticas de índole social conllevan un esfuerzo compartido que aún no cuaja del todo en el ánimo popular.
Los errores de aplicación en los programas Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro, o la Pensión Universal a los adultos mayores implican la fuga de muchos de los recursos por culpa de operadores corruptos que, con todo el esfuerzo hechos para erradicar prácticas de saqueo, persisten.
La buena voluntad con la política de “Abrazos No Balazos” en materia de seguridad pública, es de una visión futurista que vislumbra un México en paz, que ataca las causas de la delincuencia.
El presidente repitió muchas consignas y frases en cada mañanera. Por ejemplo:
“La corrupción se barre como las escaleras: de arriba para abajo”. “La felicidad es estar bien con uno mismo, con nuestra consciencia y el prójimo.” “Si se persevera, se logra”. “Tenemos que hacer todo para conseguir la paz”. “La venganza no es mi fuerte”- “Por el bien de todos, primero los pobres”. “Todos los seres humanos tienen derecho a vivir y ser felices.” “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre.”
Y muchas otras más permearon durante su sexenio.
Con terquedad pedagógica logró dejar tatuadas muchas máximas que pretenden tratar de transformar la observancia generalizada de un país corrupto, sin salida, colonial, sometido y paralizado.
Reitero que no es que AMLO sea infalible o que todo lo haga bien, o que se le acuse de polarizar a los mexicanos cuando en verdad no había de otra. Así, es muy fácil acusar a quien vino a sacudir la conciencia de los mexicanos.
O lo aman o lo odian, pero el presidente, con "terquedad pedagógica logró dejar tatuadas muchas máximas que pretenden tratar de transformar la observancia generalizada de un país corrupto, sin salida, colonial, sometido y paralizado" (Imagen: Presidencia de la República),.
México tiene un pueblo muy complejo y ha padecido gobiernos muy corruptos, con visiones retorcidas, que hace recordar a Pedro Páramo, el memorable personaje del novelista Juan Rulfo quien certeramente dijo:
“Hay pueblos que saben a desdicha. Se les conoce con sorber un poco de aire viejo y entumido, pobre y flaco como todo lo viejo.”
Así que AMLO vino a decirle al pueblo acerca de los gobiernos neoliberales, como Dolores Preciado pidió a su hijo Juan (Preciado) que exigiera a su padre (Pedro Páramo):
“No vayas a pedirle nada: exígele lo nuestro. Lo que estuvo olvidado a darme y nunca me dio… El olvido en el que nos tuvo, mijo, cóbraselo caro.”
Entonces, los rancios conservadores, caciques y abusivos que, como Pedro Páramo, se retuercen ahora en su tumba política, lloran su desdicha porque ya no pueden cobrar caro sus favores y privilegios.
Así, es muy pronto para juzgar y muy tarde para retroceder, pero el primer paso está dado.
México atisbó una luciérnaga casi extinta en el horizonte de su negada esperanza y ahora corre tras ella porque representa el pago a su prolongado sentido de la paciencia.
Ante la falta de argumentos, insultos de la ultraderecha mexicana (Imagen en la revista Proceso).
No, Andrés Manuel no es socialista. Seguimos siendo capitalistas y estamos inmersos en la democracia burguesa, pero nos dio un empujón hacia la posibilidad de la tan anhelada emancipación económica.
Esto último, con los Estados Unidos tan cerca, nos hace recordar que aún es muy difícil pensar en la utopía socialista, y no se diga la comunista.
Al menos ya no estamos de rodillas y podemos decir que respondemos ante las amenazas.
Es cierto, la presión es mucha y se debe tener cuidado, pero no tanto.
Hay que ir pintando raya. Al fin y al cabo, el imperio estadounidense está en riesgo político, social y económico. Casi al borde de una segunda guerra civil.
También destacar que la ultraderecha está más peligrosa que nunca. Los conservadores mexicanos, de todos los estratos, son traicioneros y cobardes; saben olfatear los puntos débiles para tratar de volver a posicionarse en la política.
No, no hemos ganado aun; no estamos del todo transformados. Solo estamos empujados, ansiosos, emocionados y tal vez un tanto concientizados.
Seguimos siendo, todos, hijos de Pedro Páramo (Imagen en ZZZ Review).
Sabemos votar, pero distamos de sostener con firmeza nuestras decisiones. Todavía nos invitan a participar y seguimos dejando las decisiones a los votados porque aún somos hijos de Pedro Páramo.
Buscamos al Gallo de Oro y confiamos en el Niño Anacleto. Nos vemos con desconfianza y no sabemos enfatizar nuestra realidad para transformarla.
La Nueva Escuela Mexicana tiene esa intención. Busca la inmediatez por una urgencia tardía y busca hacer comunidad para enfrentar a los propios y ajenos que quieran quitarnos la naciente transformación.
Y cierro diciendo que, en efecto, Juan Rulfo lo dijo todo en su novela y sus cuentos, obras que siguen vigentes.
Cuando le preguntaron por qué dejó de escribir, contestó:
“Es que se me murió el tío Celerino, que era el que me contaba las historias.”
En realidad, ya no había nada más que contar.
* José Luis Treviño Flores es profesor y activista social en Juárez, Chihuahua, en donde es subdirector académico de la Secretaría de Educación Pública.
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