“La justicia y el poder deben unirse para que lo que sea justo sea poderoso, y lo que sea poderoso sea justo”.
Blaise Pascal.
El comportamiento electoral del pueblo en México es una lección importante en muchos sentidos. Los votos apabullantes a favor de Claudia Sheinbaum Pardo no solo reflejan el arduo trabajo territorial de Andrés Manuel López Obrador; también es una súplica desesperada por lograr un cambio definitivo, una terminación efectiva de los graves problemas no resueltos hasta hoy.
José Luis Treviño Flores* / Edición 4 Vientos
La continuidad del proyecto obradorista que ofrece Claudia Sheinbaum debe llevar a resolver graves temas sociales que aún hoy están pendientes de justicia (Imagen: Telediario).
Claudia puede ser observada por muchos votantes como un símbolo matriarcal que vive en el ánimo de cada mexicano. Una mujer que soluciona, que da, que asume. Pero también para muchos otros es la profesional, la intelectual, la doctora preparada que sabe lo que hace.
Es igualmente el relevo de AMLO; su alumna, su incondicional.
Y para muchas mujeres es sinónimo del finiquito al patriarcado, el empoderamiento del género; mientras que para muchos hombres es la temible heroína que acabará con sus privilegios machistas.
No obstante, hay una realidad que no podemos ignorar. Una realidad que no acaba de transformarse, que no acaba de cuajar en algo mejor.
Las políticas sociales de AMLO son, sin duda, una puerta de entrada a la anhelada justica social y muchos ya la ven. Pero falta.
Explico. En México aún existen prácticas medievales, trabajos de esclavitud que todavía no han sido erradicados del todo.
Existen territorios -como Durango y Coahuila- donde los bastiones del PRI no han sido conquistados por Morena. Tienen cacicazgos muy arraigados donde la práctica común es intimidar a las bases de su partido mediante estrategias económicas o compromisos contraídos en muchas vertientes, muchas de ellas plagadas de corrupción.
Es la estrategia de las dadivas y las despensas, la entrega de materiales de construcción y de otros artículos que permiten mantener el “esquema hormiga”, el cual consiste en dar micro apoyos a la gente humilde con el objetivo de que los caciques mantengan para sí el control de las cosas.
El Cañón Fernández, en la Comarca Lagunera, un sitio idílico que por desgracia no es ajeno a la circundante sobre explotación de la mano de obra campesina (Imagen: Francisco Valdés Perezgasga).
Aún existen trabajos en donde los jornaleros son tratados exactamente igual a como sucedía en las grandes haciendas porfiristas, de antes de la revolución. Esto me lo confió un lugareño de la Comarca Lagunera cuando me dio a conocer la manera en que aún hoy trabajan los caciques de la comarca, que abarca seis municipios de Coahuila y 15 de Durango.
Los amos de ambas entidades se mueven entre el Bolsón de Mapimí y la huasteca tamaulipeca para contratar a miles de trabajadores que condenan a la pobreza extrema, con empleo y trato inhumano.
“Le piden (a los jornaleros) su credencial de elector o certificados de estudios, documentos que conservan hasta pasados los seis meses de trabajo en los ranchos. Son confinados en galeras con una pequeña colcha que se desgarra a los pocos días de uso, por lo que deben dormir en el suelo”, informó mi fuente.
También me dijo que la alimentación de estos hombres y mujeres es a base de frijoles, sopa y tortillas una vez al día.
“La paga es de aproximadamente 90 pesos diarios, dinero que le es entregado hasta que finalizan los seis meses del jornal, así como sus documentos retenidos. Se trata de unos 16,200 pesos en total”.
Los trabajadores del campo que por algún motivo se van y no terminan los meses de trabajo acordados, se retiran sin sus documentos.
El lugareño también me contó que los trabajadores que pizcan chile, tomate y otros productos agrícolas vagan por los poblados cercanos a la comarca llevando a la espalda algunos costales de tortillas duras que algunas personas les dan para que las vendan como alimento de cerdos, y así ellos puedan tener un poco de dinero en efectivo.
“También recogen la vaina de los mezquites para venderla igualmente como comida para cerdos; es decir, su jornada no termina en el atardecer. Siguen trabajando en la búsqueda de otro sustento”.
Los jornaleros en La Laguna, situación laboral que urge revisar (Imagen: Agencia AFP).
Así, la única diferencia entre los jornaleros de antes de la revolución a los de hoy es la bola de masa que usan como tortilla para comer frijoles; pero el trato laboral y las extenuantes jornadas de trabajo son idénticos.
Igualmente, mi fuente comentó que cuando algunos comerciantes que radican en las comunidades observan a jornaleros vagar por las calles de sus pueblos, les ofrecen pan que aquellos devoran con si fuese el maná, y lo común es que pidan ayuda, agua y comida antes de irse a dormir a las galeras de los ranchos en donde mal trabajan.
Expresó mi informante: “Coahuila y Durango, con sus territorios rurales, así como los cercanos San Luis Potosí y Zacatecas, también con sus pueblos aledaños, son oro molido para la explotación de esta pobre gente por parte de los caciques. Y se llega al extremo que los abusadores ofrecen a los adultos mayores ir a los bancos a cobrar la pensión de sus tarjetas del Bienestar, alegando que las instituciones bancarias están muy retiradas o que los viejitos no saben cómo hacerlo. Muchas veces se quedan con el dinero, o les quitan una parte como comisión”.
Esta realidad no solo se presenta en aquella zona del país. También existe en Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Baja California y varios otros estados de la república.
Sin embargo, paso a paso, con las nuevas políticas sociales de AMLO, esta brutal práctica de explotación y esclavitud moderna se ha ido erradicando, pero es un proceso lento y de resolución imperceptible.
Estos caciques son precisamente los que, a punta de intimidación y financiamiento de la derecha, han evitado que en algunas entidades se consolide el programa IMSS Bienestar, así como otros programas sociales como Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro; o pueden que se den, pero son ellos los que los controlan.
En estados como Chihuahua, el conservadurismo arraigado en una obtusa visión de una falsa clase media obnubilada por la religión y el miedo al “fantasma comunista”, recitado por los curas y por los políticos de ultraderecha.
Se trata de gente más preocupada por las apariencias, la ropa de marca y la necesidad clasista de encajar en la ralea social alta, así como asistir a los elegantes centros comerciales, tipo Plaza del Sol en la capital chihuahuense, para gastar todo su salario en adquirir y portar una vestimenta elegante que les permita pavonearse públicamente, al igual que los hacen otros integrantes de ese conglomerado racista.
Las condiciones de vida y trabajo de los jornaleros en México son similares en toda la república (Video de El Financiero / Blomberg).
Los veo más preocupados por el color de la piel y avergonzados de ser vistos como socialmente inferiores si no pueden pagar ese paseo dominical entre las élites geográficas de la capital chihuahuense.
Pero existe una incomodidad con ese estilo de vida. En el secreto del voto, Chihuahua votó a favor de Claudia Sheinbaum. Tanto así como el 52.6231% de la gente que emitió sufragio el pasado 2 de junio.
¿Por qué sucedió esto? Porque en el fondo esa gente “aspiracionista” anhela sacudirse ese estilo de vida pernicioso.
Pero no fue lo mismo en los ayuntamientos, que fueron 29 para el PRIAN y 18 para Morena y su aliado PT, así como tres 3 para el otro asociado de Morena, el PVEM. Y es que hablar del territorio directo, no es fácil decir que no más PRIAN. Los prejuicios y los temores infundados todavía pesan mucho.
Las pudientes familias chihuahuenses, los millonarios ganaderos y los brutales saqueadores del agua -los nogaleros- tienen sumida a gran parte de la entidad en la pobreza y en el miedo.
Aun así, es de resaltar que la increíble votación del 2 de junio fue apabullante.
México, todo, concedió un poder definitivo a la 4T, al proyecto obradorista y a la continuidad con cambio.
Sin embargo, la probable mayoría calificada en ambas cámaras legislativas me hace recordar aquella filosófica frase del tío de Peter Parker, el sorprendente “Hombre Araña”:
“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, y eso es precisamente lo que debemos vigilar porque el poder engolosina y se debe tener especial cuidado para que ese poder sea usado al 100% en favor del pueblo.
Claudia Sheinbaum y su bancada de diputados y senadores deberán mostrar la casta, el aplomo y la coherencia.
Hay muchas leyes que la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la derecha en la pasada y actual legislatura frenaron. Ahora parece no existe brida alguna para que la Constitución sea adecuada y modificada en beneficio de todos los mexicanos.
Y no hay que lanzar las campanas al vuelo. Aun vivimos en una democracia burguesa. Tenemos muy cerca al imperio norteamericano, el cual geopolíticamente es un lastre que nos ha costado y cuesta mucho.
Además, nos rodea un conservadurismo recalcitrante y retrograda compuesto de criollos y mestizos ambiciosos y racistas, por lo que, tal vez a futuro, debemos transitar hacia una socialdemocracia firme y a un gobierno parlamentario.
Por lo pronto, la encomienda para la 4T es afianzar sus bases sociales, respetar e impulsar a la verdadera izquierda y transformar a fondo a nuestro dolido y resentido país de todas estas negras décadas de neoliberalismo.
Ya se dio la continuidad; no hay que desperdiciarla en pugnas internas de partido o ambiciones personales. Nuestro querido México merece un futuro libre de pobreza. Sí, merece mucho porque ha sufrido demasiado.
Por eso, hoy termino exigiendo: Claudia, ¡no nos falles!
“El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla.”
Enrique Tierno Galván.
* José Luis Treviño Flores es profesor y activista social en Juárez, Chihuahua, en donde es subdirector académico de la Secretaría de Educación Pública.
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