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INVESTIGACIÓN: La sequía en el agro bajacaliforniano

Una prolongada sequía que puso en situación de alto riesgo a la cuenca binacional del Río Colorado, la sobreexplotación generalizada de los mantos freáticos y el deterioro acelerado del suelo por la continua y elevada presencia de sodio en agua y tierra de cultivo, son algunos de los grandes retos que tiene ante sí la agricultura en Baja California, una de las más modernas, innovadoras y productivas de México.


Javier Cruz / 4 Vientos


Viñedo en el valle de Guadalupe, Ensenada, BC (Archivo)


Es el ingeniero Gonzalo Patricio Bernal Salinas, asesor independiente en la producción de agricultura orgánica en México, la última voz que sintetiza el panorama que priva en Baja California por lo que estima es una "deficiente administración" -pública, privada y social- del agua.


Se sumó a la visión que del tema tienen otros dos especialistas en hidrología: Alejandro Hinojosa Corona, técnico académico del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese), Departamento de Geología, y Alfonso Andrés Cortez Lara, doctor en Desarrollo de Recursos e integrante del Colegio de la Frontera Norte (Colef) en Mexicali.


El primero, al hablar el año pasado en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) sobre la problemática del agua en Baja California, describió la situación "crítica" y la descomunal sobreexplotación de aguas subterráneas en la entidad.


Al hacer un estudio comparativo de la situación hídrica en los municipios que colindan en la frontera de California y Baja California, encontró que el lado americano supera cinco veces más la cantidad de cuerpos de agua disponibles en el lado mexicano, y que hay 13 veces más superficie terrestre con agua disponible para usos agrícolas y urbanos.


"Nuestro grupo de trabajo encontró que la suma de las áreas máximas de cuerpos de agua en Baja California es de 867 hectáreas, mientras que en California es de 11 mil 851... También que el área promedio que abarcan estas áreas hídricas es de 41 hectáreas en nuestro estado, mientras que en California es de 127".

Esta información da una idea general de la enorme diferencia que existe en el aprovechamiento del agua proveniente del Río Colorado, y el atraso que Mexicali tiene en infraestructura, tecnología y aprovechamiento de riego.


Además, el estudio exhibió el marcado contraste que existe en el aprovechamiento del líquido para la creación y conservación de zonas verdes, las que son fundamentales para la conservación sostenible de un recurso natural limitado, escaso.


"Tenemos la zona de Mexicali que colinda con Valle Imperial. Obtuvimos los índices de vegetación en los dos municipios, que comparten condiciones climáticas e hídricas semejantes."

Con los datos en la mano, compararon sus zonas agrícolas y urbanas y el índice de vegetación que obtuvieron fue muy discordante.


"Nos dio un valor de menos 1 para Mexicali y 1 para Valle Imperial. Para entender esta diferencia, es importante decir que entre más cercano se esté al 1 la vegetación será más intensa, más verde".


Así, Alejandro Hinojosa, especialista de uno de los 27 Centros de Investigación del Conacyt, no tiene dudas: las evidentes deficiencias que ubicó en Mexicali son el producto de la incorrecta planeación y manejo de las políticas públicas establecidas para el uso responsable del agua.


"Ahora estamos en una situación bastante crítica en Baja California. Toda el agua que usamos se explota de una manera incontrolada y por ello no alcanza".


Y concluye: "Mientras tanto, en California constatamos que hay una mayor previsión para almacenar agua, que existe un respaldo preventivo del recurso cuando éste se deposita en reservorios construidos específicamente con ese objetivo. No se explota irracional y comercialmente con fines de abasto agrícola o urbano".



La agricultura en el Valle Imperial, California (Archivo).



La crisis del Colorado


Correspondió al investigador del Colef revelar que, como consecuencia de la peor sequía en la región baja de la cuenca del Colorado de los últimos 24 años, la asignación binacional de agua para uso agrícola y urbano se ha reducido a índices históricos y 2024 no es la excepción.


Alfonso Cortez Lara informó que de acuerdo con la Comisión Internacional de Límites y Aguas (Cila) entre México y los Estados Unidos, una organización que opera desde 1944, este año México (Baja California en particular) sufrirá una reducción de 99 millones de metros cúbico en su asignación de agua, medida que es la tercera que se da en fila en los dos últimos años.


"Estos recortes afectan de forma directa la actividad agropecuaria de Baja California ya que equivalen aproximadamente a su uso en 10 mil hectáreas (de siembra), si consideramos la dotación promedio de agua que se hace por hectárea al año".


También destacó que los 99 mm3 que se reducen a México equivalen al consumo de agua potable de todo el municipio de Mexicali, en donde se asienta la capital de Baja California, así como la jurisprudencia municipal de San Felipe.


Cabe recordar que el Departamento del Interior y el Buró de Reclamaciones de los Estados Unidos. conjuntamente con la parte mexicana en la Cila, identifican al cambio climático como el responsable de la prolongada sequía en la región de la cuenca del Colorado, siendo su parte baja (Arizona, California, Nevada, y Baja California y Sonora, México) la que enfrenta las peores consecuencias del calentamiento global.


"Aun y cuando las mejoras en hidrología observadas en el segundo semestre de 2023 han permitido que se recupere el almacenamiento en algunas de las presas, el sistema del Río Colorado permanece en riesgo, con un almacenamiento combinado de los lagos Powell y Mead -los dos principales abastecedores y reguladores del suministro en la cuenca baja del río- de solo el 36%", indica el último comunicado de la comisionada mexicana ante el organismo binacional, Adriana Reséndez Maldonado.

Y lanza una advertencia: si no se adoptan en México medidas adicionales inmediatas de ahorro de agua, o no mejoran las condiciones de sequía asociadas con el cambio climático, se prevé que los almacenamientos sigan disminuyendo rápidamente. "poniendo en peligro el suministro de agua a los usuarios de toda la cuenca, incluido México".


Al respecto, Reséndez manifestó que la aplicación de reducciones y ahorros recuperables, junto a los esfuerzos para la conservación del agua en ambos países, "son medidas necesarias para enfrentar las condiciones de escasez en la cuenca".


Lo que llevó a su contraparte estadounidense, María Elena Giner, a recordar que en 2023 el gobierno de su país entregó al mexicano 31.5 millones de dólares para construir -en Mexicali- más infraestructura hídrica que brinde servicios ambientales y de conservación.


La acción, afirmó Giner, se repetirá en breve porque "nunca ha sido tan importantes" ampliar la inversión que ayude a enfrentar la escasez de agua en una cuenca que también incluye a usuarios en Colorado y Utah, para llegar a un total de poco más de 32 millones de personas en ambos países.



La presa de derivación Morelos, en Mexicali, sobre el Colorado (Foto: Cila)



Los datos duros de la subordinación


En junio de 2023, la secretaría agropecuaria de Baja California determinó que el volumen de agua disponible en el estado era de tres mil 250 millones de metros cúbicos, de los cuáles el Colorado aportaba el 65% y el resto se obtenían de aguas subterráneas.


Al respecto, cabe recordar que cinco años atrás el Programa Hídrico de la entidad -"Visión 2035"- advirtió que el grado de subordinación en el suministro de agua potable a Baja California por parte del gobierno estadounidense, coloca en alto riesgo el suministro del recurso a la población rural y urbana del norte del estado.


El documento sentenció: "El río Colorado no es una fuente de abastecimiento que garantice mejorar la disponibilidad (de agua) en la zona costa de Baja California, ya que dicha cuenca presenta una condición de sobreexplotación".


Pero hasta hoy su alerta no se toma en cuenta.


Por otra parte, una investigación del Instituto de Estudios Legislativos del congreso local determinó que el Distrito de Riego 014 (valles agrícolas de San Luis Río Colorado, Sonora, y Mexicali, BC), que dependen al 100% del abasto del río binacional, concentra el 88 por ciento del total de recursos hídricos de la entidad.


"Pero por mal manejo en la conducción del agua y por el uso de sistemas inadecuados de irrigación, este distrito pierde más de mil millones de metros cúbicos de agua al año", destaca en el informe.

El dato es relevante si se toma en cuenta que lo mismo puede pasar en los otros 85 distritos existentes en el país, con una superficie de 3.3 millones de hectáreas bajo riego, ya que gracias a normas impuestas por los últimos cinco gobiernos neoliberales que no han sido modificadas por la actual administración pública federal, se determinó que la administración, operación y conservación de la infraestructura hídrica la realicen directamente los usuarios.


Eso lo hacen a través de 466 asociaciones civiles de usuarios de riego y 18 sociedades de responsabilidad limitada, las cuales prioritariamente benefician en sus decisiones a grandes conglomerados agrícolas tanto nacionales como transnacionales y multinacionales, haciendo muy poco, o nada, salvo contadas excepciones. para mejorar sustancialmente las condiciones de operación de los sistemas que gobiernan.


Sobre el tema, un grupo de seis especialistas del Centro de Investigaciones en Alimentación y Desarrollo de la Universidad de Occidente concluyó en el estudio que clasificó y evaluó a los 86 distritos de riego con base a su desempeño, que su gestión es baja, pobre, "apenas aceptable".

Asimismo, identificaron en ellos lo que el Instituto de Estudios Legislativos de Baja California encontró en su investigación del Distrito 014:


Altas pérdidas de agua por inadecuado estado de la red de distribución; elevado porcentaje de canales sin revestir o sin entubar; malas prácticas culturales de riego de los usuarios; altos consumos de agua para los cultivos de alto rendimiento económico que son los que siembran las grandes compañías que exportan hortalizas, legumbres y frutillas como fresa y moras, en el caso de Baja California.


Paradójicamente, destaca el estudio que hicieron en 2018 Anabel Altamirano, Benigno Valdez, Jorge León, Cuitláhuatl Valdez, Miguel Betancourt y Tomás Osuna, la productividad del agua es desfavorable debido a una incierta gestión financiera, atribuible por ingresos por cuota de servicios de riego apenas suficientes para los gastos de administración, operación y mantenimiento.


Al respecto, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) afirma que una parte de la infraestructura de riego la gestiona el gobierno federal, mientras que la otra la rigen los usuarios a quienes se permite que fijen libremente las cuotas de abasto y precio del agua a los usuarios.



La pobre gestión del Distrito de Riego 014 favorece la crisis del agua en el norte de BC (Tijuana Noticias).



Sales y sodio por doquier


El ingeniero Alejandro Guzmán, en entrevista luego de participar en el III Simposio Internacional de Producción de Agricultura Orgánica, destacó que la agricultura de riego en el Noroeste de México, Baja California de manera destacada, "vive un problema de intromisión salina atroz".


"Cada vez que un agricultor profundiza un pozo aumenta la cantidad de sodio en el agua de riego. Hay más sales. pero el problema mayor es que sodio termina en el suelo, por lo que hoy en día nos enfrentamos a un grave proceso de destrucción de suelos, de deterioro de las características físicas y químicas de los suelos".


Esto, precisó, es un fenómeno presente en todo el planeta.


"Por un lado la sequía está afectando a zonas que de por sí eran áridas; pero en otras regiones, donde llovía mucho, ahora llueve más y eso también erosiona la tierra".


Consideró que si bien está anomalía climática "puede ser un espejismo, o un fenómeno que se puede agudizar", lo cierto es que la tierra agrícola pierde calidad y su caída se agudiza ya que en el 99.9 por ciento de los casos de caída se originan por la mala calidad en el manejo del recurso.


"Los diversos análisis que he realizado así lo confirman", destacó.


Y resumió lo que pasa en la zona agrícola del noroeste de México:


"El agua nos la hemos ido acabando porque gastamos más de lo que el manto freático recarga naturalmente; además, existe un proceso de salinización permanente por el uso intensivo de los fertilizantes".

En 2022, la Conagua reveló que, de los 653 cuerpos de agua subterránea existentes en el país, 157 estaban sobreexplotados y 18 mostraban intromisión salina.


Respecto a Baja California, donde hay 88 acuíferos, 23 estaban explotados de más por uso agrícola y urbano intensivo, y 11 presentaban sal en exceso, lo que incide en la disponibilidad y calidad del agua, así como en los productos cultivados.


Zaire González Acevedo, investigadora del Departamento de Geología del Cicese, destacó tres casos emblemáticos de mantos freáticos devastados y salinizados por usuarios urbanos y rurales: los valles de San Quintín, Maneadero y Guadalupe, los tres en el municipio de Ensenada y referente nacional en la producción de fresa, tomate, calabaza, pepino, moras y uvas de vino de exportación.


Ahí, de acuerdo con Juan Manuel Martínez Núñez, representante de la Secretaría de Agricultura del gobierno federal en la entidad, hay niveles se sobreexplotación de mantos freáticos entre un 25 a un 40 por ciento, cuando el promedio máximo recomendado por la Comisión Nacional del Agua es de tres.


Otro especialista del Centro de Investigación ensenadense, Marco Antonio Pérez Flores, del Departamento de Física Aplicada, estima que el problema de salinización de los mantos freáticos se puede resolver con la tecnificación del campo y el uso masivo de aguas negras tratadas, algo que ya sucede en Maneadero, pero limitado al riego de flores de exportación y pequeñas superficies de alfalfa, cebada, avena, árboles frutales y maíz.


Pero aún esta propuesta básica, de lógica aplicación. no la incluyen los gobiernos federal y de Baja California.


Por ejemplo, el Plan Hídrico "Visión 2035" propone como una de sus estrategias "asegurar el suministro de agua a la agricultura" mediante acciones de modernización, regulación y obras de infraestructura, pero no contempla el reuso de aguas residuales.


Se pierde así la posibilidad de aprovechar un caudal de cinco mil 679.5 litros por segundo, de un total de siete mil 742.6 de capacidad instalada en las 42 plantas de tratamiento que operan en el estado, cantidad que bien podrían abastecer áreas específicas de uso residencial, público y agrícola; o bien ser reinyectadas en los mantos freáticos sobreexplotados.



En ciernes, una de las soluciones más lógicas para resolver la escases y calidad del agua en BC (Ejido Nacionalista Sánchez Taboada, de Maneadero, Ensenada, BC).



¿Agricultura orgánica al rescate?


Hoy, ante todo este panorama, la agricultura orgánica promete el rescate del agro bajacaliforniano. Bueno, al menos el de un sector.


El ingeniero Patricio Bernal precisó que la tierra no solo se ha salinizado con sodio, sino también con sales que se consideran "nutrientes para el suelo", pero que en realidad colaboran de manera importante en la pérdida de materia orgánica.


Esta materia, explicó, es el poder reductor que nutre, da vida y energía a la tierra, y que incluye folia, estratos saturados y de frutas.


"La agricultura orgánica tiene que empezar este proceso de recuperación de los suelos, pero aún queda pendiente resolver el problema del sodio en el agua, por lo que afirmo que se trata de un asunto que en este momento aún no se puede resolver, sino solo manejar".


Pero aun así es positivo al contestar a la pregunta de si la humanidad, y los agricultores de Baja California en particular, aún está a tiempo de atajar el proceso de salinización de la tierra.


"A veces, el productor busca alternativas más bien económicas, baratas, y elije el uso de fertilizantes, pero estos productos están saturados con sales nitrogenadas, lo que a su vez crea un círculo vicioso que nunca acaba".


Este es el problema, dijo, del cultivo de cebollín, hierba que pertenece a la familia de las aliáceas, que en Baja California es mal pagado por lo que el agricultor "lo siembra solo si le mete nitrógeno".


Dijo: "No olvidemos que atrás de cada productor hay un mercado, que es el que impone los precios. Si tenemos mercados en donde podemos trabajar con los mejores productos, con insumos que nos ayuden a reducir de manera natural las sales presentes en el suelo, como sucede actualmente con el cultivo de berrys (fresa, frambuesa, moras y zarzamoras), en ellos trabajamos, pero este no es el caso del cebollín, un cultivo que está creciendo en superficie sembrada a un costo de degradación del suelo muy elevado".

Pero hay que precisar que, de acuerdo con la representación estatal de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en 2023 se necesitó una inversión de poco más de 550 mil pesos para sembrar una hectárea de fresa de exportación, dinero disponible sólo para los socios mexicanos de la transnacional estadounidense Driscoll, que monopoliza el mercado de la fruta en los valles de San Quintín y Vicente Guerrero.


El agricultor orgánico concluyó con un pronóstico que convoca a la reflexión en el contexto de estrés hídrico que vive Baja California:


Regiones de México como la Península de Baja California, Sonora y Chihuahua, en donde existen productores con mil, dos mil, tres mil o más hectáreas bajo producción, además de capital suficiente para invertir en tecnología de punta y nutrientes orgánicos de última generación, que les permiten competir ventajosamente en los mercados internacionales, "son la vanguardia en la lucha para reducir y controlar la salinidad de los suelos agrícolas, por lo que hay que cuidar su desarrollo y evolución".


¿Los demás? ¡Que dios los agarre confesados!


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