“Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Entonces eran rápidamente silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles.”
HUMBERTO ECO
Daniel Noboa nació en Miami, Estados Unidos, y egresó en una de las universidades del vecino país. Es empresario e hijo de Álvaro Noboa, candidato en múltiples ocasiones a la presidencia de su país, quién nunca ganó.
José Luis Treviño Flores* / Edición de texto 4 Vientos
Policías vigilan afuera de la embajada de México en Quito el 8 de abril de 2024. (Rodrigo Buendía / AFP vía Getty Images)
Aunque Noboa se autodefine como de centro izquierda, la realidad es que toda su ideología es de derecha, incluidas sus políticas públicas de liberalismo económico, dolarización de la moneda y, por supuesto, sus toques de queda. Todo esto aparte de la invasión policial que ordenó se hiciera a la embajada mexicana para secuestrar al vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas.
Ningún mandatario que se jacte de defender la libertad y la democracia toma la facultad de invadir territorio ajeno. La mayor hipocresía de sus acciones tiene que ver con su falsa identidad democrática y su absoluto apego al autoritarismo y a las acciones reaccionarias de dictador.
Ningún presidente actúa con esa calaña por cuenta propia. El permiso para invadir nuestra sede diplomática viene de muy arriba: de las huestes ultraderechistas globales; porque un títere como Noboa no actúa sin el más alto permiso de la clase que él representa: la conservadora.
Es clara la intención de desestabilizar a la región latinoamericana en vísperas electorales de México y el avance progresista visible en ciertas áreas geopolíticas, lo que afecta a los gobiernos depredadores de la derecha, a quienes no conviene que la subzona continental migre políticamente hacia la izquierda.
¿Qué sabe Jorge Glas para que Noboa se hayan atrevido a tanto? Porque todo parece indicar que detrás de la invasión a nuestra embajada existe un miedo fundado, una situación de muy alto nivel en conocimiento de hechos que involucran muchísimas aristas políticas, económicas y criminales de la ultraderecha. Miedo es el principal factor de haber sacado a Glas violentamente de la embajada mexicana.
Plantear la condena internacional a la agresión es una estrategia correcta. Exigir el respeto irrestricto a la libertad de asilo que plasmó y pactó la Convención de Viena, es fundamental para asegurar la sobrevivencia no solo a los perseguidos políticos y a los baluartes del periodismo como Julian Assange, perseguido por exponer los documentos que exhiben las atrocidades extrajudiciales y los genocidios cometidos en el mundo por el gobierno de los Estados Unidos, sino también de algún delincuente de cuello blanco y no pocos políticos corruptos.
Sin duda existen muchas implicaciones en torno al derecho de ser asilado en una embajada, que finalmente representa subsistir en un pequeñísimo territorio ajeno a nuestra nación de origen.
Agentes policiales y militares hacen presencia a las afueras de la Embajada de México en Quito, el 4 de abril de 2024, en Quito (EFE/ José Jacome).
Es innegable que las embajadas son soberanas al país que las alberga y la convención de Viena fue muy clara en dejar en claro esto. El artículo 22 de la Convención dice:
Los locales de la misión son inviolables. Los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión.
El Estado receptor tiene la obligación especial de adoptar todas las medidas adecuadas para proteger los locales de la misión contra toda intrusión o daño y evitar que se turbe la tranquilidad de la misión o se atente contra su dignidad.
Los locales de la misión, su mobiliario y demás bienes situados en ellos, así como los medios de transporte de la misión, no podrán ser objeto de ningún registro, requisa, embargo o medida de ejecución.”
Es por eso que el gobierno de Ecuador violó flagrantemente la norma impuesta por la Convención. No solo se violentó a los habitantes de la residencia diplomática mexicana, incluyendo en ese momento a Glas. Se hizo con lujo de intimidación y agresión física al mismo encargado consular Roberto Canseco.
Sin importar qué secretos conozca, si debe ser o no acusado de cometer uno o varios delitos, Jorge Glas y la embajada mexicana tenían el derecho internacional a no estar sujetos a una invasión de su espacio físico ni a la privación de su libertad.
Todos los países afiliados a la ONU, los miembros de la OTAN y la OEA, por obligación, más que por certeza política, deben condenar la intromisión ordenada por Noboa e investigar muy bien desde que cúpula de poder de la ultraderecha mundial y regional se dio la orden del atropello.
Insisto: Noboa no tiene los tamaños para tramarlo por sí mismo, a menos que sea muy estúpido o tenga un terror absoluto a lo que pueda saber Jorge Glas y éste lo exponga. Y conste que con esto no quiero decir que si Glas es realmente un delincuente no debe ser castigado, pero tiene derechos y nunca jamás debió ser detenido con lujo de violencia, sacado a rastras de la sede diplomática mexicana.
Los efectos comerciales y de intercambio cultural, político y humano que genera la agresión son graves. Los connacionales de ambas naciones se ven ahora en situación de excepción y ruptura.
Además, la incertidumbre escala patrones nunca antes vistos en los países de la región y esto sin duda conviene a Estados Unidos, quien ahora puede actuar como acostumbra: ser el árbitro del mundo y llevar su “democracia” a donde “no la hay”.
No hay que olvidar que la empresa ODEBRECHT ha sido un parteaguas importante en la corrupción que registran varios países de la Latinoamérica, en donde hizo una perversa incursión que incluyó sobornos y compra de políticos para establecer su dominio energético en la región, que incluyó a México en la época de Enrique Peña Nieto.
¿Hasta dónde este golpe es una trampa de esta empresa y de sus aliados multinacionales, y hasta dónde es una estrategia de desestabilización de los consorcios transnacionales con intereses comerciales en nuestro subcontinente?
Soy muy desconfiado; nada sucede porque sí y nada pasa por ocurrencias. Menos a ese nivel.
Por otra parte, me preocupa cómo todos los países actuaron indignados por la invasión a la embajada mexicana y no lo hacen igual por el genocidio étnico en Gaza. ¿Acaso allá no hay humanos?
La ONU, ese enorme adorno mundial que representa nada ante los genocidios y la intromisión de los gobiernos de países poderosos en los asuntos de las naciones más pobres para apropiarse de sus recursos, no tiene un ápice de autoridad moral cuando no condena ese tipo de crímenes de lesa humanidad y no actúa en consecuencia.
Pero, hoy, los gigantes asiáticos China y Rusia son un dolor de muelas para occidente.
Como delincuentes allanaron la embajada de México en Ecuador; esto no es posible, no puede ser, es una locura, señaló Roberto Canseco, jefe de la sección consular de México (Captura de pantalla en Youtube).
Igualmente, el imperio norteamericano está dando patadas de ahogado porque su principal negocio bélico se está desmoronando.
El mundo ya no se traga el cuento de que esa belicosa e entrometida nación representa todas las libertades; mucho menos cree en su retorcida idea de que son ellos los salvadores de las democracias mundiales.
El fracaso en Ucrania, su apoyo al gobierno genocida de Israel y la evidente manipulación que hace de los procesos electorales en latinoamérica para establecer gobiernos de ultraderecha, sin cambiar un ápice a su perversa fórmula de intromisión, obviamente ha costado muy caro al imperio.
Por eso, los mexicanos debemos estar muy pendientes a lo que sucede con nuestro proceso electoral porque la ultraderecha nacional sabe que perder el 2 de junio -sin duda lo más seguro que ocurra-, significará una vez más su entierro político.
“Los grandes políticos asesinos contaron con colaboradores entre sus víctimas. Quien pudiendo evitar un genocidio y se cruza de brazos es cómplice. La ONU el cómplice más cínico en la historia de la humanidad.”
DOMINIO PÚBLICO
* José Luis Treviño Flores es profesor y activista social en Juárez, Chihuahua, en donde es subdirector académico de la Secretaría de Educación Pública.
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