No sé si estoy equivocado. Tal vez me encuentro en una línea de tiempo alternativa o estoy en una especie de bucle con el que regresé, misteriosamente, a una Edad Media con tecnología.
José Luis Treviño Flores* / Edición 4V
Atrapado en la tierra plana del intelecto (Captura de pantalla en Youtube).
Veo a mi alrededor dispositivos móviles, laptops, ordenadores, tablets, relojes inteligentes y, por supuesto, internet. Según yo, esta tecnología debe reñir con la loca idea de que la Tierra es plana, pero los habitantes de aquí, muchos, así lo aseguran.
Veo por todas partes líderes de culto religioso que siguen vendiendo el cielo por dinero y el infierno a quienes no pueden comprar el paraíso.
También he observado a gente rabiosa, vociferando en lugar de dialogar exactamente como si los derechos humanos aun no estuvieran declarados.
Me extrañó ver y escuchar a un grupo de personas que incitaban al odio y promovían el romper y quemar páginas o libros completos. Hablaban de alienación ideológica y algo así como como que el resto de la población era estúpida y que, tal vez, no sabían diferenciar entre un libro de texto y un folleto político ideológico.
Corrí tratando de huir de esa realidad. Entonces me detuve y me di cuenta de que eran unos cuantos los rabiosos.
También vi que el resto no eran estúpidos. Entonces supe que no estaba en otra realidad; seguía donde mismo. Era solo que había escuchado a gente conservadora, de esa que aún hoy vive en la Edad Media. Suspiré profundo y pensé: "por poco caigo en su maldita trampa de creer que todo está mal".
Foto en surysur.net
Volteé hacia otro lado, donde la gente es progresista e inteligente. Hay muchos, muchísimos más. ¡Qué bueno! Es gente maravillosa que cree en un futuro libre de miedos ancestrales, libre para pensar, crear y amar.
Por poco olvido a mis amigos que saben leer y escuchar, que creen en la posibilidad de transformar, de ser más colectivos y menos individualistas.
Estoy en el lugar correcto de la historia. Solo volteé levemente hacia donde existe la mezquindad, ese lugar donde viven los conservadores, esos que quieren que el mundo sea un abismo de ignorancia, ineptitud y crueldad. Esos que prohíben todo, amenazan por todo y no dudan en matar los sueños y quien sabe qué más.
Aprendamos a voltear nuestra mirada y nuestra voluntad hacia lo posible, hacia el progreso, en donde no existen los demonios de la incertidumbre y la soledad; ese mundo donde habita el miedo por no saber, por pensar que estamos solos cuando en realidad no lo estamos.
Eso es lo que quieren los conservadores: QUE NO PENSEMOS.
Sí, ¡Igualito que en la Edad Media!
* José Luis Treviño Flores es profesor y activista social en Juárez, Chihuahua, en donde es subdirector académico de la Secretaría de Educación Pública.
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