El 17 de abril me visitó en la casa una brigada de Morena que hacía campaña a Janecarlo Lozano como candidato a la alcaldía de la alcaldía Gustavo A, Madero (GAM). De entrada, hice saber a los brigadistas que ese personaje no era santo de mi devoción.
Jesús Sosa Castro* / Edición 4 Vientos
Tengamos la capacidad, la visión y la inteligencia para dejar de ser solamente críticos de todo y dispongamos nuestra inteligencia al servicio de construir un partido democrático (Imagen: iStock).
Les expliqué que conocía el origen partidista de Lozano, sus antecedentes políticos, sus injurias al presidente Andrés Manuel López Obrador, su conducta “porril” y también su papel incumplidor de la manutención de su hijo.
“Eso nos lo han dicho la mayoría de las personas con las que hemos hablado”, me respondieron al unísono. Entonces: ¿Por qué están haciendo este trabajo?, les pregunté y me contestaron que por tres razones.
Lo más importante para los que integraban la brigada era que les pagaban por hacerlo.
“Además –agregaron-, nosotros, como millones de mexicanos, apoyamos el proyecto de la cuarta transformación y queremos que la coalición gane los dos tercios de la votación para correr al poder judicial”.
Y porque “jamás nos perdonaríamos que, por estas pequeñas o grandes diferencias entre los militantes, ganaran los candidatos del PRIANRD en nuestra alcaldía y en el país”.
Entendí sus razones. Hay que darle dirección y cuerpo al proyecto de cambio que está recogido en la cuarta transformación.
Los motivos de las brigadas morenistas en esta elección (Foto: Agencia Noticias RTV).
Igualmente, no podemos dejar que el presidente López Obrador y la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, nuestra próxima jefa del ejecutivo federal, carguen con la responsabilidad de dejar en manos de los “ultrosos” de la derecha, agrupados en el poder judicial, las herramientas y las decisiones para que paren las reformas a las leyes y a la Constitución que vienen de los otros dos poderes.
Yo estoy claro de que una parte importante de la militancia de Morena no comparte las formas y los procedimientos de los actuales dirigentes del partido, pero también es un hecho que hay una inmensa mayoría de miembros y simpatizantes de nuestro proyecto que han levantado la mira por encima de las diferencias políticas y postergar temporalmente la plausible decisión de cerrarle el paso a las candidaturas del PRIANRD.
Alcanzar los dos tercios de la votación, sepultar para siempre el reducto conservador agrupado en el poder judicial y generar para bien del país una nueva era en la que se respeten la dignidad, la democracia y la libertad de todos los mexicanos.
Son metas por demás importantes.
Si la mayoría del pueblo, de la militancia y de nuestros simpatizantes están dispuestos a ir por lo MÁS y no por lo MENOS, yo pasaré por alto las imposiciones y los atropellos de los dirigentes de Morena a nuestros derechos, y daré mi voto a todas las candidaturas de mi partido y a sus aliados para lograr los cambios profundos que la mayoría del pueblo quiere lograr.
Y en noviembre, mes en el que se convocará el Congreso para renovar los órganos de dirección del partido, espero y confío en que los críticos como yo, que con razón hacemos publicas nuestras diferencias, tengamos la capacidad, la visión y la inteligencia para dejar de ser solamente críticos de todo y dispongamos nuestra inteligencia al servicio de construir un partido democrático, cercano a la gente y fiel defensor de los derechos democráticos de militantes y aliados.
Imagen: Pinterest.
Y ahora les cuento la historia de EL ESCARABAJO Y EL COLIBRÍ
“Esta tierra seca necesita lluvia”, le decía el escarabajo al colibrí.
- “Ya caerá”, le contestaba el colibrí.
Un día, el pequeño pájaro levantó vuelo; andaba en busca de rocío y miel hasta que encontró una flor. Satisfecho de su hallazgo se dijo para sí: “¡El tiempo mejora!” Y emprendió el regreso para darle la buena nueva al escarabajo.
Pero mal le había ido al amigo. Su dorso, sus alas y sus patas iban y venían, dispersas, llevadas por las oleadas cálidas del viento.
- “¡No hay nada qué hacer!”, pensó.
El amigo ya no estaba. La tierra seguía seca, no había vida ni flores ni humedad ni miel. Sus expectativas de vida se hacían pequeñas. Su mundo estaba a punto de desaparecer.
Entonces, el colibrí, triste y lleno de pesar, se puso en manos del viento. Se dejaría llevar por esas cálidas oleadas de una tierra seca. ¡No buscaría flores, ni miel! Solo volaría y volaría. Se pondría en manos del aire y del tiempo.
Un día esos aires lo volvieron a la tierra seca. ¡No se arrepintió! Pensó que la suerte lo había devuelto a la tierra donde yacían las partes dispersas del escarabajo. Sus ojos dieron cuenta que sólo habían quedado, calcinados por el sol, el dorso, las alas y las patas de su querido amigo.
Triste, pensó que un día también sus restos correrían la misma suerte.
- “Tal vez el viento y la tierra los lleven al lado de los restos de mi amigo”.
Y allí, meditó el colibrí, de los huesos y restos de ambos nacerían las flores y la miel.
- “Las necesita esta tierra seca”, selló su mente y cerró, alegre y con esperanza, sus ojos.
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