Campean en pleno siglo 21 los cuatro jinetes del pronóstico humano. Lo hacen siempre a través de toda la historia de la humanidad, como si la condición del ser fuera esa: un sentido íntimo de autodestrucción. Caínes todos sobre el símbolo de los Abeles.
Lauro Acevedo* / Edición 4 Vientos
“Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… ¡Yo no sé!” Así lo dice Vallejo, el César, en su reflexivo poema “Los Heraldo Negros”.
Y se desgarra el poema y la danza canta sus estertóreos pasos sobre las duelas del teatro del mundo. Las escenas nos relatan día a día los más escalofriantes hechos: “el hombre lobo del hombre”, con las mandíbulas abiertas y los colmillos insaciables.
Los artistas del color, con sus pinceles y espátulas, cual Quijotes adoloridos, enojados, enardecidos, arremeten en el blanco lienzo de la nada para hacer florecer sus propuestas, sus emociones encontradas.
Ante el tormento de los jinetes siniestros -la guerra, el hambre, la peste, la muerte- sacan chispas al golpear los páramos del corazón del hombre contemporáneo.
Hoy, en la obra pictórica de Alfonso Arámbula, podremos reconocer la furia de su protesta, el sentido del correr de los colores sobre los lienzos, la presencia de la humanidad en las garras de un destino incierto; la presencia depredadora de la guerra.
Alfonso Arámbula, un artista de la escultura, encuentra su voz en el lienzo pictórico y sus colores son la voz doliente de quien no acepta los golpes del fuego sobre la inocencia de las multitudes.
¿Cómo es que el hombre puede llegar a tal crueldad, a tal sinrazón?
Un grito que desgarra todos los velos del templo surge en sus obras: “¡Alto al Fuego!”, grita, exige, implora el creador de imágenes.
Y nos arrastra en su voz entrecortada, en su colorido llanto, en su puño alzado contra los golpes que, sin misericordia pues no distinguen en su ceguera existencial, sacrifican a niños, mujeres, ancianos y hombres que defienden su derecho a un pedazo de tierra y a la paz.
Alfonso Arámbula viene de los ideales de izquierda y sabe bien que conseguir la equiparación social es la gran meta, y esta conlleva luchar contra la discriminación y cualquier tipo de violencia con fines políticos.
Hoy nos muestra, en la fuerza de sus pinceles y colores, su lenguaje de artista comprometido con las mejores causas de la humanidad. Y sabe bien que el arte, en el papel pautado de la vida, es un renglón de alivio.
Y surge la proclama: ¡Millones de artistas al unísono sabemos que la paz y la esperanza triunfarán!
LA EXPOSICIÓN Y EL ARTISTA
El próximo 15 de julio, en la Sala Internacional de Exposiciones del Centro Estatal de las Artes (CEART) de Ensenada, será abierta al público, de manera gratuita, la exposición plástica “¡Alto el Fuego!”, del escultor bajacaliforniano Alfonso Arámbula Robles, un escultor y pintor reconocido a nivel nacional e internacional.
La muestra forma parte de un movimiento mundial de artistas que ese día se manifestarán en varias ciudades del planeta en contra el genocidio que lleva a cabo el gobierno israelí en Palestina.
La exhibición de al menos 14 lienzos del artista nacido en Ensenada, Baja California, estará disponible al público en general por al menos seis semanas, luego de las cuales se trasladará en septiembre a la ciudad porteña de La Paz, Baja California Sur.
Alfonso Arámbula ha participado en 54 exposiciones colectivas y 35 individuales. Fue ganador del primer lugar en escultura de la Bienal 2001 de Baja California que organiza el Instituto de Cultura del Estado con la pieza “La Vaca Remojada”, escultura que se exhibe en el museo del Instituto estatal de las Artes.
Asimismo, es ganador de una beca del Fondo Especial para la Cultura y las Artes de Baja California (FOECA BC), con la cual creó la escultura “Tiburón Ballena”, de siete metros de largo y que donó a la comunidad de Bahía de los Ángeles en el Golfo de California, que es donde habita el gran escualo durante ocho meses del año.
Es también el escultor bajacaliforniano con mayor cantidad de esculturas públicas (40) instaladas en diferentes ciudades de Baja California y Sonora.
Destaca el obsequio que hizo a Ensenada, en 2005, de la obra “El Quijote, Rocinante, Sancho Panza y Rocío”, que el artista creó con tornillería antigua que se extrajo de una barcaza que se demolió en ese tiempo, con una cadena de barco y una barrica de vino usada.
“El alma de mi inspiración se basa en el amor a la naturaleza, particularmente la de la península de Baja California; el espíritu humano a través de la expresión artística; y al universo”, manifestó el artista, quien finalmente manifestó:
“Mi compromiso de creación es inventar manifestaciones de arte que inspiren a otros a desarrollar y ampliar los espacios de la autoexpresión, así como los valores más nobles que ayuden a impulsar la cultura de la conservación del ambiente y el fortalecimiento del humanismo”.
* Lauro Acevedo es un poeta, escritor y ensayista ensenadense. Ha publicado 43 plaquettes y cuatro selecciones de obra, dos libros de didáctica en la literatura para bachillerato y una guía para análisis semiótico de los textos literarios. Su obra ha sido publicada en varias revistas y periódicos a nivel nacional y se encuentra recogida en varias antologías. Es colaborador de 4 Vientos.
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