La mañana del pasado 28 de agosto murió en Ensenada, Baja California, el doctor Armando Jaramillo Legorreta. No te debe sorprender si nunca habías escuchado su nombre, pero debes saber que Armando es el Héroe de la vaquita marina. Por eso, y por muchas cosas más, le dedico con todo mi cariño a él y a la familia que dejó, esta Musa Verde. Sí, Armando es la Musa Verde de hoy.
Horacio de la Cueva* / Edición: 4 Vientos
Armando Jaramillo Legorreta, un innovador mundial en la monitorización acústica de la vaquita marina (Imagen: Gobierno de México).
Nuestra ciudad Ensenada, nuestra península de Baja California, nuestros mares, nuestro país, nuestro planeta y todos los esfuerzos de conservación están llenos de grandes personas, de héroes que deberían ser visibilizadas como eso: HÉROES.
Se trata de personas de las que pocos conocemos, y aún menos se difunde la importancia de su trabajo. Por eso, déjeme ahora le hago un brevísimo recuento de lo que le debemos.
La vaquita, el cetáceo más pequeño del mundo, fue reportada para la ciencia en 1958, aunque había habitado el Golfo de California por decenas de miles de años.
Allí sigue viviendo en un hábitat turbio debido a los grandes cambios de marea en el alto golfo. Allí se ha alimentado y reproducido por miles de años, pero su existencia está amenazada.
No sólo es el cetáceo más pequeño; es también el más cercano a la extinción. Estamos a punto de perderla porque de la extinción, como de la muerte, no hay regreso y, sobre todo, porque no hemos hecho lo necesario y obvio para salvarla.
La vaquita nunca fue numerosa. Cualquier amenaza sobre su población la puede llevar al ocaso definitivo. Su principal intimidación nunca fue, ni será, la reducción de los flujos del río Colorado al Alto Golfo de California.
El origen primordial de su muerte son las redes agalleras y de enmalle para la pesca de peces y camarón. En particular las redes para capturar totoaba, un pez que también causa preocupación en quienes luchan a favor de su conservación.
El mercado de la totoaba está en China, donde su buche, o vejiga natatoria, se usa en la medicina tradicional como un tónico para tratar cerca de veinte padecimientos en los humanos.
El doctor Armando Jaramillo haciendo parte de su crucial trabajo a favor del rescate de la vaquita marina (Imagen: Gobierno de México).
¿Cómo sabemos que la vaquita está a punto de extinguirse? Es aquí donde el trabajo de Armando Jaramillo, un gran equipo de científicos mexicanos e internacionales, así como pescadores ribereños del Alto Golfo, es hoy en día crucial.
Como lo comenté líneas arriba, la vaquita vive en aguas turbias, además de que pasa poco tiempo en la superficie y se aleja del ruido de las embarcaciones de motor.
¿Cómo podemos saber dónde están y cuántas hay? A través de los sonidos que emite, siempre y cuando sepamos dónde y cuándo detectarlos.
Las vaquitas emiten chasquidos o clicks de alta frecuencia que duran milisegundos y están arriba de nuestra capacidad auditiva. La recepción e interpretación de esos sonidos fue donde Armando y su grupo trabajaron –y lo siguen haciendo-, por lo que su papel para la conservación del pequeño cetáceo se convirtió en decisivo.
Fue el primero en monitorizar a la población de vaquita utilizando métodos acústicos, cuando éstos no eran lo que son ahora.
Explico: la detección de los sonidos se realizaba con un hidrófono pasivo remolcado desde una embarcación con un cable de 100 metros de longitud que transmitía los datos directamente a una computadora instalada en el barco.
Con la evolución de los equipos acústicos acuáticos, se llevó a cabo un crucero para probar cuatro equipos diferentes -tres del Reino Unido y uno de Japón- para determinar cuál era el mejor para monitorizar a la vaquita.
Armando co-sistematizó estas pruebas para seleccionar el equipo que nos permitiera detectar de mejor manera los clicks de la vaquita y que, al mismo tiempo, nos permitiera estimar cambios pequeños en el tamaño de la población.
El equipo seleccionado fueron los “C-Pods” que registran dos actividades del animal: el sonido emitido por las vaquitas y el momento en que lo hacen. Así, Armando participó en el diseño y ejecución de las muchas campañas oceánicas para buscar y estimar el tamaño de la población del pequeño mamífero marino en el Alto Golfo.
La "voz" de la vaquita marina, captada por el doctor Jaramillo (Imágenes del video: gobierno de México y Sea Sheperd / infosavia.com).
Armando fue un verdadero pionero: lideró la primera estimación del tamaño de la población de vaquita, que fue aceptada como la más sólida, a principios de la década de los 90. La publicación de su trabajo marcó un antes y un después para monitorizar la población del cetáceo.
Los resultados de su investigación lo llevaron a ser catalogado, a nivel mundial, como un innovador en la materia de acústica marina.
Su tesis de doctorado fue la primera demostración de que la monitorización acústica es eficaz para estimar las tendencias de la población en un odontoceto (cetáceo dentado), y lo condujo a dar asesoría en proyectos de acústica marina en México y en el extranjero, donde participó en diversos talleres para demostrar la estimación de la tendencia poblacional de esta superfamilia de cetáceos a la que pertenece la vaquita.
También participó en el diseño e implementación de la reserva de la vaquita dentro de la Reserva de la Biósfera del Alto Golfo y Desierto del Vizcaíno. Sin su trabajo y dedicación no existirían la red de detección acústica dentro de la reserva donde habita la vaquita, ni tampoco la zona de “tolerancia cero” para pesca dentro de la misma reserva.
Durante su arduo trabajo, Armando sufrió un accidente al caer a un muelle desde una embarcación de pesca. Se fracturó la columna y una dolorosa cirugía le permitió no sólo caminar, sino ser incansable en su labor de campo.
Fue investigador en la Coordinación de Investigación y Conservación de Mamíferos Marinos en el Instituto Nacional de Ecología, programa que este sexenio pasó a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
Bajo los auspicios de la última oficina federal, participé con él en varias campañas de monitoreo acústico.
Con los datos obtenidos de estas campañas, Armando pudo documentar el declive de la población de vaquita. Su última estimación fue de menos diez ejemplares.
Imágenes en Cadena Noticias.
El Comité Internacional de la Recuperación de la Vaquita Marina usó los conocimientos y perspectivas de Armando para dar recomendaciones al gobierno mexicano de cómo prevenir las muertes por asfixia de la vaquita en redes agalleras.
Igualmente, fue miembro activo y presidente de la Sociedad Mexicana de Mastozoología Marina (SOMEMMA), la organización de estudios de mamíferos marinos más antigua del continente americano.
Gracias a los esfuerzos de Armando y sus compañeros de la SOMEMMA, se han incorporado programas y aplicaciones que activan la comunicación entre sus miembros.
Asimismo, fue representante de México en el Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional (CBI).
Junto con su grupo de monitorización acústica, recibió el premio al Mérito a la Conservación por la Society of Marine Mammalogy, la sociedad científica más importante de mastozoología marina del mundo.
Armando deja una bella familia y una estela de colaboradores inspirados por su dedicación, esfuerzo, buen humor y amor por la ciencia.
Ahora tenemos una razón más para defender a la vaquita.
Y ahora, cada vez que escuchemos hablar de este pequeño cetáceo, recordaremos todo lo que Armando hizo por él... y lo que nos enseñó de él.
* Horacio de la Cueva Salcedo es doctor en Filosofía (Zoología) por la University of British Columbia, Canadá. Es también investigador titular del Departamento de Biología de la Conservación en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese). Especialista en biomecánica, conservación de especies y ecosistemas. Asimismo, es divulgador de la ciencia y colaborador de 4V.
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