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MUSA VERDE: ¿El fin de la vida en el Golfo de California?

El año de confinamiento por la pandemia de Covid-19 exacerbó las crisis económica y ambiental en la cual vivimos. Las cadenas de oferta y demanda de productos se debilitaron y los bienes escasearon, haciendo aún más crítica la situación de quienes viven en las poblaciones marginales.

 

Horacio de la Cueva* / Edición 4 Vientos



La inmensidad del Mar de Cortez (Golfo de California). Foto: Shutterstock.



En el alto Golfo de California la vida es cada vez más precaria y difícil.


Hay dos poblados ribereños que están en este doble epicentro de la crisis: San Felipe, Baja California, y Santa Clara, Sonora.


Sus habitantes viven principalmente de la pesca y hoy sufren las consecuencias que origina el descuido de los políticos que los ignoran e incumplen su responsabilidad con los ciudadanos que los eligieron.


Ambas comunidades utilizan la Reserva de la Biósfera del Alto Golfo de California para ganar el sustento y que supone el uso sustentable de sus recursos para mejorar la calidad de vida de quienes la aprovechan.


Los administradores de la reserva hacen grandes esfuerzos para conservar lo mejor posible la zona, pese a los magros presupuestos que aquejan a esta y todas las otras áreas naturales protegidas del país.


Ese panorama no es reciente. Las áreas y reservas de conservación jamás han recibido la atención y prioridad que necesitan y merecen para lograr la subsistencia de la mega biodiversidad que las habita.


La pesquería comercial del Algo Golfo incluye camarones, tiburones y peces de agalla, excluyendo a la totoaba que es una especie protegida.


Bajo un esquema de reserva de la biosfera las comunidades deberían tener una forma de vida confiable, que les proporcione una vida confortable, pero esto no es así.



El Golfo de California en una panorámica satelital (Imagen: NASA).



Dos especies son la causa de las controversias y enfrentamientos en la cuenca del río Colorado y el Alto Golfo: la vaquita marina y la totoaba.


Recordemos que una razón para la creación de la reserva fue brindar protección especial a la Vaquita marina (Phoecena sinus), el mamífero marino endémico de la región.


Se trata del cetáceo más pequeño y amenazado del mundo, descrito apenas en 1958. Jamás ha sido una especie común o abundante; al contrario, por naturaleza es ya especie amenazada y uno de los últimos reportes de los expertos en la Vaquita ubica su número muy cercano a la docena, un número que parece llevarla sin remedio a la extinción si no se toman medidas de protección extraordinarias.


Su muerte incidental en las redes de pescadores legales e ilegales es su amenaza mayor y no hay evidencia pública que confirme que la reducción del flujo hídrico del río Colorado en la región del Alto Golfo sea la causa de la presencia de nuevos depredadores del cetáceo, o el origen de la disminución de su población.


El programa de monitorización acústica nos ayuda a entender la distribución y la abundancia de este animal. Continuarlo es esencial para garantizar un futuro a la especie y evadir el colapso económico de la región, así como evitar el embargo de los Estados Unidos a los productos marinos capturados por pescadores mexicanos en el Golfo de California.


Por otra parte, la totoaba (Totoaba macdonaldii) es un pez que alguna vez fue muy abundante y proveía de alimentación segura y rica en nutrientes, así como ingresos económicos seguros, a las familias de los pescadores.


La sobrepesca de la especia se originó en la alta demanda comercial que una parte pequeña de su cuerpo tiene en el mercado asiático, lo que en breve tiempo puso la existencia del pez en la categoría de “amenazada”.


En el Mar de China la sobrepesca de una especie similar que se considera erróneamente como detonante afrodisiaco, trajo como consecuencia que los “buches” (vejigas natatorias que son órganos que controlan el nivel de flotación del pez) se hayan convertido en objeto codiciado de contrabando.



Imagen: Reporte Índigo.



Pero la llegada masiva de los buches al mercado chino sólo puede ser explicada por la existencia impune de una red de corrupción que incluye a los pescadores, a los agentes de seguridad y aduanales que operan en las playas del golfo, y a la industria restaurantera del mercado oriental.


La consecuencia más dramática y posible de la presencia de redes de pesca legal e ilegal, así como la muerte incidental de la Vaquita, es el colapso económico de las pesquerías locales.


Bajo la normatividad de la Marine Mammal Protection Act (Ley de Protección de los Mamíferos Marinos) de los Estados Unidos, se puede embargar al camarón y otras pesquerías que operan en el Golfo de California, así como en todas las que se desarrollan en las aguas patrimoniales mexicanas.


Un embargo de esa magnitud defiende sin duda los intereses de la industria pesquera de los Estados Unidos.


Ahí tenemos el ejemplo de los atuneros mexicanos que siguen buscando el levantamiento de la veda comercial que el gobierno estadounidense decretó hace décadas, y de manera unilateral, a sus capturas de túnidos pese a que ya no hay muerte significativa de delfines en las redes atuneras de nuestra nación.


Sin la intervención real y comprometida -política y económicamente- de los tres niveles de gobierno en las comunidades pesqueras del Alto Golfo de California, tanto las pesquerías como los pescadores y la Vaquita morirán en el abandono.


Mediante el diálogo y la negociación justa entre todas las partes involucradas en el tema, es posible reestablecer la gobernanza, la economía y la civilidad en la reserva de la biosfera del Alto Golfo, y hacer de ella un ejemplo mundial del desarrollo sustentable.

 


* Horacio de la Cueva Salcedo es doctor en Zoología por la University of British Columbia, Canadá. Investigador titular del Departamento de Biología de la Conservación en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese). Especialista en biomecánica, conservación de especies y ecosistemas, así como divulgador de la ciencia.


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