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MUSA VERDE: El conflicto entre conocimiento, creencia, fe y el calentamiento global

El conocimiento científico tiene la muy mala fama de ser infalible. De eso se han encargado los políticos necesitados de contar con una justificación que brinde autenticidad a las medidas populares -o impopulares- que llevarán a cabo durante su gestión.

 

Horacio de la Cueva* / Edición: 4 Vientos



El estado de conciencia (Imagen: iStock),


El conocimiento científico ha sido utilizado lo mismo para justificar el apagón de la economía de la nación durante las amenazas de las epidemias del virus de Influenza A H1N1 y Covid-19, como para negar las consecuencias ambientales en México de un derrame petrolero, de la minería a cielo abierto, o del uso indiscriminado del maíz transgénico.


Al contrario de lo que los políticos y otros interesados en la manipulación de la información nos quieren hacer creer, el conocimiento científico progresa porque ni es infalible ni es absoluto; sus conclusiones siempre están sujetas a revisión y se someten a pruebas que buscan sus fallas para así refinar nuestro entendimiento de la naturaleza y la capacidad de predicción.


Podemos no diseñar la mejor vacuna para la influenza y el covid de la próxima temporada, aunque sabemos con suficiente certeza cómo funcionan y mutan los virus como para desarrollarla.


Igualmente podemos estar equivocados sobre los efectos nocivos del maíz transgénico en México sobre el cereal nativo y la salud humana, ya que la evidencia puede ser ambigua y sujeta a controversia, por lo que sigue siendo un excelente material para la investigación científica, pero la seguridad de los efectos nocivos se sigue sumando y la discusión acabará siendo más política que científica.


En contraste al conocimiento científico, la creencia y la fe se basan en principios absolutos e inamovibles. No hay lugar para la duda y, si esta existe, se arma un entramado ideológico con razonamientos que pueden rayar en lo churrigueresco para justificar inconsistencias y perpetuar su influencia.


Otra forma de conocimiento ampliamente aceptado, no tanto por nuestra realidad, sino por su penetración en la televisión, es la certeza jurídica.


Todo televidente tiene su policía, fiscal o abogado defensor favorito del sistema judicial norteamericano. Los juicios se resuelven cuando la evidencia es incontrovertible o la evidencia circunstancial minimiza la duda y no es posible encontrar una explicación alterna.



"La cuestión de la relación entre ciencia y fe ha adquirido nuevo vigor en los comienzos del siglo, cuando, tras años de especialización y separación fragmentaria de los saberes, que conducían a la esquizofrenia cultural del cognoscente, se empieza a percibir de manera cada vez más nítida la necesidad de su integración para dar cuenta de la multidimensionalidad de lo real": Raimon Panikkar, filósofo, teólogo y escritor español que desarrolló una filosofía interreligiosa e intercultural, con una nueva apertura respetuosa al diálogo con otros sujetos y tradiciones no occidentales (Imagen: Wordpress).



¿Qué pasa cuando se asume que el conocimiento científico funciona como creencia o como certeza jurídica? Primero se desvirtúan los valores que cada una aporta a nuestro entender del mundo y creamos problemas que no nos permiten concebir los alcances de cada conocimiento y cómo estos pueden ayudarnos.


Así, la negación del calentamiento global es un acto de fe que no acepta la incertidumbre inherente a los muchos modelos científicos que lo predicen; esta inseguridad desecha esos patrones.


Los que hoy no aceptan el calentamiento global sólo admiten evidencia “palpable”: como no han observado aumento en el nivel del mar en su lugar de residencia, no creen que el crecimiento de la fuerza de los huracanes sea consecuencia del calentamiento global y rechazan la evidencia científica.


Esta perspectiva de negación compromete la visión de que, quien acepta científicamente la evidencia del calentamiento global, es un fariseo de la ciencia que a la vez que es engañado, engaña con su infalibilidad.


Hay más que la fe de los autonombrados escépticos del calentamiento global; hablamos del capital que apoya esta actitud desconfiada: el dinero que proviene del grupo industrial más interesado en que continúe la quema de combustibles fósiles.


Se ha comprobado que las compañías que extraen y transforman el petróleo en combustible fósil financian no sólo la investigación que tiene la tarea expresa de diseñar experimentos cuyos resultados nieguen el calentamiento global, sino también promueven la creencia de que se trata de un engaño de gobiernos poderosos y de científicos que sólo buscan su provecho personal.


Pero a pesar de la incertidumbre que priva en la ciencia, se ha demostrado que ésta es la mejor forma de resolver problemas de alcance mundial.


Seamos escépticos, pero confiemos en sus resultados que nos obsequia la Ciencia.



* Horacio de la Cueva Salcedo es doctor en Filosofía (Zoología) por la University of British Columbia, Canadá. Es también investigador titular del Departamento de Biología de la Conservación en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese). Especialista en biomecánica, conservación de especies y ecosistemas. Asimismo, es divulgador de la ciencia y colaborador de 4V.


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