Infraestructura del corredor interoceánico de Tehuantepec, en riesgo por posible temblor de 8.4
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- 10 abr
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Ante la posibilidad de que en la región del Istmo y Golfo de Tehuantepec se pueda dar un temblor de magnitud 8.4 debido a una condición de “vacío sísmico” no debidamente conocido y estudiado por la ciencia y el gobierno de México, la comunidad científica nacional propuso la creación de un Observatorio Sísmico y Geodésico para esa provincia.
Todos@Cicese / Edición: 4 Vientos

El organismo aportaría información para dar respuesta a preguntas científicas, desarrollar estudios que mitiguen el riesgo sísmico y generar una microzonificación que anticipe el impacto de un sismo en sierras, cuencas y zonas urbanas de una región donde el gobierno federal aplica una multimillonaria infraestructura multimodal e industrial sin precedente en la zona istmeña.
Este tipo de información dijo Alejandro González Ortega, investigador del Departamento de Sismología del Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada (CICESE), es clave para el desarrollo de megaproyectos como el corredor interoceánico del Istmo de Tehuantepec, impulsado como una alternativa al canal de Panamá para el flujo comercial entre Asia, Estados Unidos y Europa, incluido en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024 y 2024-2030.
“También nos pueden indicar estructuras de fallas que son corticales, que no están en la interface de las placas, sino más en superficie, porque permiten analizar mejor su impacto en la región”, detalló el especialista.
La propuesta surge a raíz de que un grupo de expertos en sismología detectó el fenómeno conocido como vacío sísmico, también llamado vacancia sísmica, en el golfo de Tehuantepec, frente a las costas de Oaxaca y Chiapas.
El concepto se refiere a zonas donde no se ha registrado actividad sísmica en un largo periodo de tiempo a pesar de que están identificadas como parte de una región sísmica activa.
“Puede ser que toda la región sea sísmicamente activa, pero en particular en esa zona en la que se identifica la vacancia sísmica no ha existido un sismo importante en décadas o inclusive cientos de años”.
En un comunicado del centro de investigación, se indica que la ausencia de actividad sísmica implica que la energía que se debería liberar en cada sismo se está acumulando, lo que aumenta la probabilidad de un sismo de gran magnitud.
Explica que los eventos sísmicos que se registran en el golfo de Tehuantepec se originan por la interacción de tres placas tectónicas: Cocos, Norteamericana y Caribe.
“La placa de Cocos se hunde por debajo de la placa Norteamericana, a lo que se le llama proceso de subducción. En ese proceso y a profundidades desde los 10 hasta los 20 kilómetros, ocurren los eventos sísmicos más importantes de Oaxaca, Guerrero y Michoacán, entre ellos el de septiembre de 1985, que tuvo consecuencias devastadoras para la Ciudad de México”.

Los terremotos importantes ocurren en esta zona de subducción, con magnitudes de siete, 7.5 o hasta 8, refirió Alejandro González, y la sismicidad se extiende en esa región hasta la frontera entre México y Guatemala.
A pesar de ello, la zona identificada con vacío sísmico persiste sin registrar eventos, como se puede apreciar en un mapa elaborado por investigadores del Departamento de Sismología del CICESE.
De acuerdo con estudios recientes, el investigador estimó que la deformación acumulada en la brecha de Tehuantepec por la ausencia de actividad sísmica podría provocar un sismo de magnitud 8.4.
“Pueden ser varios sismos; no podemos decir cuántos, pero en términos de energía sería una magnitud de 8.4”, advirtió.
Se trata de un nivel de magnitud cuatro veces mayor al sismo de 8.2 que ocurrió en septiembre de 2017, en Chiapas.
Otra hipótesis para explicar el vacío sísmico en la brecha de Tehuantepec es que podrían estar ocurriendo movimientos que se conocen como “sismos lentos”, que no son detectados por las estaciones de monitoreo instaladas actualmente.
Los sismos lentos presentan un mecanismo físico similar a cualquier otro sismo, con la peculiaridad de que su energía no se libera en un par de minutos, como comúnmente ocurre, sino que tarda semanas o meses.
Su detección demanda la instalación de estaciones con sistemas de posicionamiento global (GPS, en inglés).
“Hay muy poca instrumentación y parte de lo que pudiese responder a este fenómeno es que tenemos que observar”, subrayó Alejandro González, pues además de disponer de sistemas GPS es necesario aumentar las estaciones de monitoreo para que haya una cada 100 kilómetros aproximadamente.

“A lo mejor hay sismos más pequeñitos que no podemos registrar porque no tenemos la infraestructura adecuada. Esos sismos pequeñitos contribuyen a los procesos de deformación”, indicó.
Estimó que se requieren alrededor de 30 estaciones de banda ancha que miden aceleración y velocidad, y estaciones sismogeodésicas, conformadas por un GPS y un acelerómetro.
Estas estaciones constituirían un observatorio sísmico y geodésico que además puede contribuir a la emisión de alertas sísmicas tempranas, como la implementada en la Ciudad de México.
El investigador mencionó que, adicionalmente a estas necesidades que se satisfacen con la instrumentación, la información recabada por las bases de GPS puede facilitar levantamientos topográficos y vuelos de drones que, al ser de acceso público, contribuye al desarrollo de la región.
El CICESE cuenta hoy con más de 45 años de experiencia en el diseño, construcción y operación de redes sismológicas, entre ellas una de las primeras del mundo con registro y transmisión digital a distancia.
Además, desde hace 25 años opera la Red Geodésica del Noroeste de México.
Científicos de este centro de investigación también cuentan con experiencia en el desarrollo de proyectos que abonan a la comprensión del riesgo sísmico en la región de Oaxaca y Chiapas.
A estos trabajos se suma la firma de un convenio de colaboración en 2022 entre el CICESE y la Secretaría de Protección Civil de Chiapas, con vigencia de dos años, para el intercambio de información, facilitar la instalación de instrumentos y promover la capacitación técnica.
“La División de Ciencias de la Tierra del CICESE cuenta con las capacidades y experiencia necesaria para el desarrollo y operación de un observatorio sísmico en la región de Tehuantepec que, aunado a nuevo conocimiento científico, generaría beneficios para la población”.
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