DOLOR CAPÍTULO III: Consorcios multidisciplinarios regionales para retar al monstruo del suplicio
- Javier Cruz
- 5 abr
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Actualizado: 26 abr
Enfermedades sumamente dolorosas, incluido el malestar crónico que en México padecen entre 27 a 32 millones de personas, repercuten en un sufrimiento intenso que, en términos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se traduce en grave desgaste económico, social, patrimonial y siquiátrico tanto de los enfermos como de sus familias, mientras que al país en su conjunto le representa un costo anual cercano a los 200 mil millones de pesos.
Javier Cruz / 4 Vientos

Ensenada, B.C., México, sábado 5 de abril 2025.- Es una cifra enorme que crece año tras año; tanto así como aumenta el dolor en quienes lo sufren.
Argelia Lara, jefa del Departamento de Medicina del Dolor y Paliativa del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, informó en una entrevista con el diario El Universal, que desde 2017 los costos de atención a esta epidemia de dolor y todas sus secuelas sociales, económicas, legales, patrimoniales y familiares corresponden al 3% del producto interno bruto (PIB) del país, cifra mayor al costo de enfermedades cardiovasculares y cáncer juntas.
Considerando que el PIB de 2024 fue de 32 billones 70 mil millones 644 mil pesos -según reporte financiero del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), al mes de septiembre de ese año-, el país destinó más de 197 mil 641 millones de pesos anuales a la atención del padecimiento de dolor.
¿Qué significa esa cantidad en el contexto internacional de la pandemia de dolor?
Comparar datos permite dimensionar el problema.
En Estados Unidos se registran pérdidas anuales de 17 mil a 20 mil millones de dólares debido a la disminución de la capacidad de producción de trabajadores con dolor crónico de cabeza, y otros seis mil millones por dolencias asociadas con el estrés, según reveló la gerencia médica de la farmacéutica Pfizer en enero del presente año.
En México, sin embargo, el recuento de daños supera con mucho el aspecto económico ya que afecta profundamente la calidad de vida de quienes padecen sufrimiento continuo.
Para el expresidente Andrés Manuel López Obrador el problema se gestó “durante 40 años de gobiernos neoliberales y corruptos”, tiempo en que se causaron daños severos al país y a su población fundamentalmente en dos sectores esenciales para el bienestar del pueblo: la educación y la salud pública.
Desde el inicio de su gestión presidencial el exmandatario destacó el afán de los gobiernos neoliberales de privatizarlo todo, y afirmó que esto llevó al debilitamiento y a la casi destrucción total del sistema nacional de salud.
Lo más preocupante de ello, afirmó, es el déficit de profesionistas y trabajadores de la salud, sobre todo de enfermeros y médicos especialistas.
Y la pandemia de Covid dejó al desnudo el tamaño del monstruo, justo cuando aún no existían vacunas y cientos de miles de personas contagiadas por el coronavirus se debatían entre la vida y la muerte.

SUBDESARROLLO EN SALUD
El reporte 2021 del Panorama de Salud que elaboró la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de la cual México es socio, describió el cuadro desolador que dejó el régimen que gobernó al país durante 36 años.
Había 2.4 médicos por cada mil personas cuando lo recomendable por la organización es de 3.5; ofrecía 2.9 enfermeras por cada mil ciudadanos cuando debían ser 3.6; y disponía de 3.3 camas en Unidades de Cuidados Intensivos por cada 100 mil habitantes, cuando el promedio en América Latina era de 9.1.
El 17 de mayo de 2022, el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), con datos de la OCDE, reveló que, con una inversión de sólo 607 dólares al año por habitante, México era el país con la menor financiación gubernamental en salud entre los países de la organización mundial.
Siete días antes a esa declaración, Zoé Alejandro Robledo Aburto, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) desde mayo de 2019, dio a conocer datos alarmantes.
Dijo que la nación requería urgentemente más de 33 mil trabajadores de la salud.
"Hablamos de médicas y médicos, generales y también especialistas; enfermeras de todas las categorías, desde especialistas hasta auxiliares; pero también todo el resto del personal que permite la operación de un hospital”.
Cinco meses después, tras informar sobre las "miles de plazas" que se abrieron en el sector salud, la contratación y entrega de becas a médicos residentes, la convocatoria para incrementar el número de médicos especialistas y personal de enfermería, así como la distribución de nuevas plazas médicas en las zonas de mayor marginación social del país, López Obrador declaró:
“Fortalecemos el sistema de salud pública para que se tenga un buen servicio y se cumpla con lo que establece la Constitución: el derecho del pueblo a la salud. El compromiso es que al terminar el sexenio tengamos un sistema de salud como lo merece nuestro pueblo”.
Por su parte, Robledo Aburto presentó la convocatoria internacional para la contratación de 779 médicos especialistas, extranjeros y nacionales, dispuestos a incorporarse a hospitales en comunidades con altos niveles de marginación social.
Con esa estrategia se pretendía subsanar el déficit de 43 especialidades en 54 hospitales que atienden a la población sin seguridad social en casi la mitad de los estados de la República: Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Colima, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Sonora, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas.
Otra medida inaplazable: construir 200 universidades Benito Juárez, de las cuales 145 ya estaban funcionado con 64 mil alumnos al iniciar 2023.
Hoy, el programa federal consiste en destinar 55 de esas universidades exclusivamente a la generación de estudiantes de medicina y enfermería para revertir el enorme déficit de profesionales en estas especialidades, objetivo que planteó López Obrador y confirmó la presidenta Claudia Sheinmbaum Pardo al iniciar su mandato.
Por cierto, Sheinbaum, siendo jefa de gobierno de la Ciudad de México, ya se había sumado a esa meta.
En 2020 inauguró la Universidad de la Salud, ubicada en las instalaciones de lo que fue la Escuela de Ingenieros Militares en la cuarta sección del Bosque de Chapultepec, en donde hoy estudian casi dos mil 800 jóvenes provenientes de diversos lugares de la República.
En julio de 2024 se graduaron 251 enfermeros que conformaron la primera generación de la Licenciatura en Enfermería Familiar y Comunitaria, pero un mes después estalló un paro de labores que costó el cargo como directora general a Lilia Elena Monroy Ramírez de Arellano.
Alumnos de la institución acusaron a Monroy de cometer faltas académicas y administrativas, entre ellas presunto nepotismo y peculado por 15 millones de pesos, que afectaron la calidad y reputación de la universidad.
Y este año la Universidad de la Salud está en espera de que, tal y como lo anunció Sheinbaum días antes de su toma de protesta como presidenta en octubre del 2024, su crecimiento sea nacional y aumente la oferta académica a los estudiantes porque hoy solo imparte las licenciaturas en Medicina General y Comunitaria (6 años, incluyendo residencia y servicio social), en Enfermería Familiar y Comunitaria (5 años, incluyendo residencia y servicio social), y maestría en Nutrición Clínica Especializada.
Lejos están aún las indispensables especialidades en Medicina del Dolor y Tratamiento Paliativo. Simplemente quedan pendientes en este proyecto social de educación superior.
Y ese es tan solo uno de los problemas fundamentales que enfrenta el tratamiento y atención profesional de la pandemia del dolor en México: casi ningún proyecto educativo incluye la atención especializada al enorme sector de la población que sufre dolor crónico: entre 27 a 35 millones de personas.
“Lo cierto es que hoy se tiene poca población de médicos especialistas y una sobrepoblación de pacientes con dolor crónico” afirmó la doctora Nadia Lizeth Caram Salas, especialista en Farmacología y Terapéutica Experimental por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional.
El pasado 12 de febrero, 4 Vientos consultó el sitio virtual del Registro Médico para la contratación de médicos especialistas (medicosespecialistas.gob.mx) y constató que en la lista de especialidades no está la de Algología, rama de la medicina que estudia el dolor y su tratamiento científico

¡GOOOYA!, UNA ESPERANZA DE ALIVIO
En este desalentador panorama existe una honrosa excepción: desde 2010, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) incluyó la asignatura de Algología en el Plan de Estudios de su Facultad de Medicina.
Antes comprobó en diversos estudios que, en la práctica diaria, la de la consulta externa, intrahospitalaria y de urgencia, “el dolor es un síntoma asociado a la mayoría de las enfermedades”.
Y concluyó que, para el país, “es de gran relevancia social y profesional” la formación de médicos especialistas en el tratamiento científico del dolor.
Por eso la UNAM –institución que en América Latina ocupa el segundo lugar en su rango y el 93 a nivel mundial, según la edición 2024 del Ranking Mundial QS, de Inglaterra-, es casi la única escuela de educación superior en México que ofrece la especialidad de Algología.
En el plan de estudios de la carrera, la universidad aplica estrategias de enseñanza, aprendizaje y evaluación, con exposición audiovisual, análisis de casos clínicos, mapas conceptuales y práctica clínica supervisada, para que el egresado sea capaz de otorgar atención al paciente con dolor mediante el establecimiento de un diagnóstico oportuno.
Para ello utiliza semiología y exploración física detallada con lo cual ofrecer un tratamiento adecuado, así como identificar los casos que requieran estudio y manejo especializado para derivarlos oportunamente a un tratamiento especializado.
No obstante, el problema sigue siendo mayor a los esfuerzos de la UNAM.
La clave para iniciar la solución de raíz del inconveniente es, según la doctora Nadia Caram, establecer un diagnóstico nacional sobre atención a la población adulta y pediátrica que requiere permanentemente medicina paliativa y para el dolor.

PERO… CADA QUIEN POR SU LADO
Por su parte, José Ignacio Santos Preciado, secretario del Consejo de Salubridad General, también hizo un exhorto en el mismo sentido que se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) del 28 de octubre del 2021.
El llamado es a los integrantes del Sistema Nacional de Salud para que proporcionen información relevante respecto de la atención del dolor crónico y la aplicación permanente de la medicina paliativa a la población afectada.
La petición destaca porque el Consejo de Salubridad General es un órgano colegiado que depende directamente del presidente de la república y por ello tiene el carácter de autoridad sanitaria con funciones normativas, consultivas y ejecutivas.
La solicitud del funcionario incluyó la creación de una cédula informativa para que las dependencias y entidades de gobierno, así como las instituciones del sector privado que presten servicios de salud, realicen y remitan el documento –en un plazo de 120 días contados a partir de la publicación del exhorto- que ayudaría a elaborar el diagnóstico nacional sobre la atención del dolor crónico y la aplicación permanente de la medicina preventiva, según lo aprobó el Consejo el 11 de agosto del 2021.
Ese día, Santos Preciado manifestó en un comunicado de la Secretaría de Salud:
“El dolor crónico puede ser aminorado con un diagnóstico adecuado y un tratamiento preciso; incluso propiciar una muerte digna para quienes se encuentran en etapa terminal. Hablo de quienes viven con cáncer o con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH).”
Citó diversas normas legislativas que en México justifican el exhorto. Entre ellas el artículo Primero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que destaca “el valor superior de la dignidad humana como un derecho fundamental”.
Igualmente, el artículo 4º de la Carta Magna que establece el derecho de toda persona a la Salud.
También se sustenta en el Acuerdo del 26 de diciembre de 2014 por el que en Consejo declaró la obligatoriedad de los esquemas de manejo integral de Cuidados Paliativos; así como en el Acuerdo del 14 de diciembre de 2016 que declara la obligatoriedad de aplicar la Guía del Manejo Integral de Cuidados Paliativos en el Paciente Pediátrico.
Finalmente, entre otra veintena de documentos, citó la Norma Oficial Mexicana NOM-011-SSA3-2014, documento regulador que contiene los “criterios y procedimientos mínimos indispensables” para la atención de enfermos en situación terminal, a través de cuidados paliativos.
Al respecto, la doctora Caram Salas manifestó:
“En realidad, cada quien trabaja por su parte y hace lo que quiere con esa normatividad a medias (…) Parece que no se entiende que son varios problemas que debemos atender todos al mismo tiempo”.
Todo indica que la científica tiene razón. Hasta el 12 de febrero de este año el Consejo de Salubridad General no proporciona información del tan esperado y necesario diagnóstico nacional.
Sólo existe, como referencia nacional del tema, el artículo "Epidemiología del dolor crónico en México", de los doctores Alfredo Covarrubias, Uriah Guevara, Claudia Gutiérrez-, José Betancourt y José Córdova-Domínguez, que se publicó en diciembre de 2010 en la Revista Mexicana de Anestesiología.
En él los autores, quienes trabajaban en diversos hospitales de IMSS, el Centro Interdisciplinario para el Estudio del Dolor, la Unidad Médica de Alta Especialidad, y la Dirección de Investigación y Educación en Salud, entre otras instituciones públicas de salud, destacaron que nuestro país "carece de información documental acerca de la prevalencia de este síndrome" y que, en el Instituto Mexicano del Seguro Social, el 5% de los padecimientos atendidos por médicos de primer contacto, "son dolorosos por definición."
También destacaron que era "imperativo" optimizar recursos mediante el establecimiento de guías de manejo que se fundamentaran en una realidad nacional claramente documentada, y establecieron que ese proceso ya se había llevado a cabo "exitosamente" por un grupo de consenso de expertos nacionales.
Informaron que la Asociación Mexicana para el Estudio y Tratamiento del Dolor estimó, en 2010, que existían poco más de 600 especialistas en algiología; sin embargo, ese número de profesionales "no es suficiente" para cubrir las necesidades del país.
"Dado a que un porcentaje importante de las personas que padecen dolor crónico es atendido por médicos de primer contacto, la educación continua de estos profesionales de la salud es indispensable".
Finalmente, estimaron que la acción formativa y educativa generaría tendencias de prescripción racionales y cuyo impacto no lesionaría los recursos destinados a las instituciones de salud.
Para desgracia de millones de mexicanos, sus recomendaciones no fueron ni son atendidas por los funcionarios federales encargados de combatir y controlar la pandemia del dolor crónico en México.

CONSORCIOS CONTRA EL DOLOR
La doctora Caram Salas, quien asimismo trabaja en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), propone impulsar algo que en la práctica ya comenzó a darse: la creación de Consorcios Multidisciplinario para emprender acciones coordinadas de investigación que faciliten alcanzar objetivos comunes de impacto nacional e internacional.
Estos grupos, novedosos en México, lo integran científicos, representantes de laboratorios farmacéuticos de la talla de Novaris y Pfizer, gobiernos estatales, hospitales regionales de las secretarías de la Defensa y Marina, el IMSS y personal del sector salud que ayuda a realizar protocolos de investigación clínica.
“También se puede invitar a personas con las que ya estamos formando un equipo multidisciplinario en diversas áreas del conocimiento”, agregó la investigadora.
Especificó que un consorcio científico especializado en dolor crónico estaría compuesto por expertos en proteómica (estudio a gran escala de proteínas), metabolómica (estudio del perfil de los metabolitos -moléculas pequeñas- contenidos en muestras biológicas), y transmitónica (estudio de la cantidad de energía que atraviesa un cuerpo en determinada cantidad de tiempo).
Entusiasmada con la propuesta, la especialista comentó que incluso gente de dinero -“vamos a decir un Carlos Slim”- que tiene fundaciones de apoyo a trabajos de investigación, “pueden aportar recursos para desarrollar un conocimiento cien por ciento mexicano”.
Reveló que la creación de estas agrupaciones es por lo común exitosa.
Puso como ejemplo al Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGOM), en donde Petróleos Mexicanos (PEMEX), la UNAM, el Cinvestav, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, el CICESE y BajaInova, entre otras instituciones mexicanas, se coaligaron para operar un proyecto multidisciplinario a nivel mundial.
De momento, mientras se comprende y apoya la creación del primer consorcio en el país especializado en medicina del dolor, que bien podría tener su sede en el CICESE porque es la única institución en Latinoamérica que estudia las toxinas presentes en animales endémicos (caracoles marinos y escorpiones) con fines medicinales enfocados al tratamiento del dolor crónico, la experta señaló:
“Lo que hacemos es platicar, ponernos en contacto con otros investigadores y decirles: ‘sabemos que tienes esta tecnología, ¡préstamela!’ Otros tienen conocimientos en áreas de mutuo interés, lo que nos permite hacer un grupo, un equipo de trabajo”.
Pero de todas maneras siempre está presente la limitante de la economía.
“El proyecto ya está, la intelectual ya está, el abordaje ya está, pero dónde compramos reactivos. No teníamos para continuar”, se quejó.
Y explicó que “son metas que no se logran al corto plazo por el nivel de cultura y políticas que tenemos”.
Sin embargo, insistió la investigadora, es posible consolidar proyectos regionales y crear decenas de clínicas en los hospitales públicos en los que se aplique una política de unificación que incluya un fisioterapeuta, un algeólogo y un neurólogo; todos ellos especializados en dolor y tratamiento paliativo.
Exacto, tal y como funciona hoy, de manera primordial, en los sanatorios de Estados Unidos y Canadá.
“Eso abriría muchísimas oportunidades para todos los sectores y un incremento considerable en la calidad de vida de los enfermos de dolor”, comentó la doctora plenamente convencida de que, unidos en consorcios contra el dolor, se puede aliviar el padecimiento en millones de personas que imploran ayuda.
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