En la historia de México está registrado un aporte sumamente importante de la mujer en la lucha por la independencia. Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Gertrudis Bocanegra, María Ignacia Javiera, Mariana Rodríguez del Toro, Manuela Medina, María Fermina Rivera y muchísimas más, son apenas un débil ejemplo de esa participación.
Jesús Sosa Castro* / Edición: 4 Vientos.
Queremos que no sea un espejismo la conquista de sus derechos civiles, o que las leyes y prácticas sigan siendo omisas en la defensa de sus intereses (Imagen: iStock).
En la Guerra de Reforma miles de mujeres anónimas más contribuyeron al triunfo de Juárez y a la derrota del imperio de Maximiliano. Y la gesta revolucionaria de 1910-17, no hubiera sido posible sin el apoyo heroico de miles y miles de mujeres que influyeron en el triunfo de la Revolución.
En los prolegómenos de la expropiación petrolera de 1938, el general Lázaro Cárdenas del Río movilizó a las maestras rurales, a las campesinas y a las mujeres de clases medias para apoyar la lucha contra las compañías petroleras que habían construido un imperio económico a costa del hambre y la miseria del pueblo.
En esos años, Felipa Poot y tres compañeras suyas cayeron muertas a pedradas en las tierras de Yucatán a causa de su exigencia de libertad para los mayas, sometidos entonces por la llamada “Casta Divina”.
Hoy, a más de doscientos años de la Independencia de México, el grito de las mujeres por la libertad, la igualdad y la justicia es un clamor que se manifiesta en las calles, en los centros de trabajo y en la política.
Se está rompiendo con las formas alienantes y discriminatorias que, por siglos, los capitostes del poder político, económico y religioso les habían impuesto.
Hoy se está haciendo efectiva la poética sugerencia de Nicolás Guillén de que “países y mujeres sólo alcanzarían su libertad cuando fueran alejados de los imperios del atraso y de la voracidad económica.” (*)
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La memoria colectiva de esta sociedad anda en busca del pundonor necesario para reconocer el creciente papel que están jugando las mujeres en la democratización del país.
Queremos que no sea un espejismo la conquista de sus derechos civiles, o que las leyes y prácticas sigan siendo omisas en la defensa de sus intereses.
Sería ideal que, un día, las mujeres pudieran recorrer su mundo, nuestro mundo, “inspiradas en el hermoso pasaje de una obra de Shakespeare donde éstas protestaban porque eran discriminadas y excluidas de participar en obras de teatro” (*)
Hoy, la mujer ya no se puede ocupar sólo del hogar porque éste se convierte en un fardo demasiado pesado cuando se piensa en libertad. Hay que poner un alto en ese camino y poner fin al desperdicio de su talento.
Las ideas de Viviana Sansón, plasmadas en el Manifiesto del Partido de la Izquierda Erótica, de Gioconda Belli, son un racimo de elocuencia y de verdad.
“Hoy afirmamos – dice contundentemente- que ya estamos cansadas de pagar los platos rotos de tantos gobiernos ineptos, corruptos y manipuladores. ESTO SE ACABÓ”.
(*) Las citas son de Viviana Sansón, heroína del libro “El país de las mujeres”, de Gioconda Belli.
* Jesús Sosa Castro es un activista social de la Ciudad de México. Articulista y colaborador en diversos medios impresos y digitales. Fue miembro del Partido Comunista Mexicano y de todas las organizaciones político-electorales que de él se desprendieron.
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