Los juegos olímpicos que se están llevando a cabo en Francia son polémicos, sin duda y por decir lo menos.
José Luis Treviño Flores* / Edición: 4 Vientos
El cantante y actor francés Philippe Katerine como plato principal de un banquete que generó polémica entre los conservadores y miembros del clero católico, en una representación artística mediocre del actor y director Thomas Jollu para la ceremonia de inauguración de las olimpiadas de 2024 (Imagen: BBC Mundo).
La crítica a la ceremonia de inauguración hecha por diversos grupos moralistas y conservadores que tienen una visión distinta a la puesta en escena hecha por el actor y director artístico Thomas Jolly, es una clara muestra de ello: el creador recibió amenazas de muerte por la supuesta parodia que hizo de la pintura “La última Cena”, de Leonardo Da Vinci.
Al tratar de explicar su trabajo a los medios de comunicación, Jolly se quedó corto ante las expectativas de un público muy alejado del significado del banquete ditirámbico en las festividades griegas para honrar al dios Dionisio, hijo de Zeus y Sémele, que simboliza la fertilidad.
En la representación hubo muchos "elogios", que no son otra cosa que composiciones laudatorias exageradas que enaltecían y glorificaban a algún dios.
La lirica griega también servía para enaltecer a los muertos en batalla, celebrar acontecimientos familiares, de la ciudad, o a los soldados para darles ánimos en la guerra; e igual sucedía para celebrar los logros de los atletas.
La danza, en sus inicios, servía a los griegos para honrar a la caza y a la fertilidad por igual. Se interpretaba llevando una estatua de Dionisio ataviado con las pieles ensangrentadas de un carnero sacrificado.
Eso sí, los intérpretes iban bailando, muy ebrios, recorriendo las calles.
Era el nacimiento del exceso: el macho cabrío sacrificado que representaba el símbolo de la muerte del invierno y el nacimiento de la primavera, y su sangre fertilizaba la tierra.
Ahora bien, la bacanal es la celebración de los romanos en honor a Baco, que es exactamente la copia del festejo a Dionisio.
La doble moral del alto clero católica en temas que hoy los escandalizan (Video en Youtube, canal Historia Sorprendente).
Los romanos hacían una fiesta descontrolada, orgiástica y tomaban vino en abundancia, pero el festejo se celebraba en absoluta intimidad.
Existen muchas explicaciones en torno a las bacanales como ritos mistéricos. No obstante, son tema para otra columna.
Volviendo a la inauguración de Thomas Jolly, como dije, tanto su explicación como su puesta en escena se quedaron cortas.
Si una mesa con apenas una simbología mal enfocada de una bacanal, o intento de ditirambo, escandalizó a millones de personas alrededor del mundo, no puedo imaginar lo que Jolly hubiese logrado con la representación de una fiesta hiperbólica con pieles de macho cabrío y todo el desenfreno de un pueblo extasiado, desnudo y cubierto de sangre, para honrar la fertilidad y los logros atléticos.
La pobre pasarela con drags y un Dionisio azul de pésimo gusto, se quedaron muy lejos de la mitología griega.
Así, la mesa de la supuesta mezcla de ditirambo y una bacanal fue, para mi gusto estético, muy superficial y banal.
La humanidad del siglo XXI no tiene maldita idea de muchos orígenes que aun permean en este posmodernismo absurdo que no logra evolucionar, preocupada por posturas moraloides, inventando simbologías e interpretaciones absurdas.
No es que Thomas Jolly esté del todo equivocado, o que debió dar al público una visión que respondiera a la rancia visión conservadora de siempre; no, debió analizar cómo transformar e impactar más a una generación perdida y falta de apreciación estética, correteada por la revolución inadvertida de todas las cosas, acostumbrada a ver “reels” y videos cortos, microhistorias banales, superfluas y bobas, en unas redes sociales plagadas de desinformación, odio, descontextualización y distorsión.
El interminable cabalgar de una jinete en un caballo metálico sobre el Río Sema (Imagen: Getty images).
Fue una especie de “performance masivo” que, a cualquiera con un poco de información histórica, clases de dirección escénica y gran presupuesto, se le pudo ocurrir.
El galope del caballo sobre el contaminado río Sena fue largo y aburrido. Al menos se esperaba que la música correspondiera al tiempo, ritmo y acción; pero ni a eso le atinaron.
Además, fue ridícula la postura de los grupos conservadores y de la iglesia católica ante el espectáculo, porque si alguien ha desvirtuado la historia son precisamente ellos.
Se les olvidan las orgias que celebraban en tiempos del papa Juan Xll, llamado “el papa fornicario”, quien organizaba orgias, fiestas y bacanales en serio, donde abundaban las prostitutas y él cometió incesto.
Y no olvidemos que actualmente la iglesia católica es señalada como productora de cientos de curas y representantes del alto clero pedófilos, mediante acusaciones comprobadas que no dejan espacio a la duda, por lo que es indignante que una falsa Ultima Cena del artista Da Vinci les produzca un escozor que llevó, a los más intolerantes, a proferir amenazas de muerte a Thomas Jolly.
En fin. La guerra por las medallas olímpicas sigue en curso y el día que escribo esta columna China lleva ganadas 29 medallas de oro y Estados Unidos 30. Espero que China, solo por terminar de hundir al imperio estadounidense en decadencia, gane esa batalla.
Los atletas que compiten llevan sobre sí una gran presión mediática. Algunos de ellos reciben amenazas para que den su máximo esfuerzo y con ello logren que su país brille en la gesta olímpica, lo cual convierte a esta convivencia deportiva mundial en un frente de batalla geopolítica.
Desde el 776 A.C a la fecha, las olimpiadas ya no son en honor a Zeus en la villa griega de Olimpia. Ahora se desarrollan en medio de una guerra de extinción étnica por parte de Israel contra el pueblo palestino, y en la guerra en Ucrania donde destaca el enano fascista Volodímir Zelenski quien, a diferencia de lo que dicen los medios occidentales, ha masacrado a ciudadanos rusos desde antes de que empezara el conflicto bélico.
Pocos somos los que conocemos que fueron los ciudadanos rusos que viven en Ucrania quienes pidieron ayuda a Rusia ante los asesinatos cometidos en su contra por Zelensky, un ultraconservador pagado por la belicosa Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que es decir los Estados Unidos.
¡Esas sí son escenografías devastadoras!
Imagen: Palestina, el genocidio (El Globo).
* José Luis Treviño Flores es profesor y activista social en Juárez, Chihuahua, en donde es subdirector académico de la Secretaría de Educación Pública.
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