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¿Qué tan posible es que el asteroide 2024 YR4 impacte la Tierra en 2032?

Foto del escritor: 4 Vientos4 Vientos

Estamos más que acostumbrados a que algunos medios nos bombardeen, casi sin escrúpulos, con noticias del próximo impacto de nuestro planeta con un asteroide. Afortunadamente, la inmensa mayoría de tales noticias son infundadas y tan sólo buscan ganar audiencia, sacrificando la veracidad y dejando de lado la ciencia.


 

Josep Trigo Rodríguez* / The Conversation** / Edición: 4 Vientos


 

Actualmente se han censado 37 mil 492 Asteroides Próximos a la Tierra (Imagen: muratart/Shutterstock).


 

A continuación, explicaré cómo los expertos nos aproximamos a este problema con un asteroide real, catalogado como 2024 YR4, que fue descubierto por el programa ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) desde Chile el pasado 27 de diciembre.


Su hallazgo sucedió justo dos días después de que pasase a 828 mil 800 kilómetros de nuestro planeta, la mínima distancia en esta aproximación.


Afortunadamente, los programas de seguimiento telescópico detectan decenas de asteroides cada mes. La mayoría de ellos poseen pocas decenas de metros y no constituyen un riesgo para nosotros dado que la atmósfera terrestre es muy eficiente en fragmentar cuerpos rocosos de ese tamaño que nos alcanzan a hipervelocidad.


De hecho, un ejemplo reciente fue la disrupción en la atmósfera de un asteroide de unos veinte metros de diámetro el 15 de febrero de 2013 sobre Cheliábinsk, en Rusia.


La fragmentación de ese asteroide fue tan eficiente que produjo cientos de meteoritos, pero sin causar heridos graves por su caída directa, aunque sí unos mil 500 incidentes menores por quemaduras asociadas a su radiación luminosa o por la rotura de vidrios causada por la onda de choque.


La gran mayoría de tales asteroides de pequeño o mediano tamaño, de hasta unos pocos cientos de metros de diámetro, suelen ser descubiertos en tales aproximaciones a la Tierra; o sea, pocos días antes (o después) de producirse su máximo acercamiento.


Sucede así porque son astros pequeños que sólo reflejan una parte de la luz que reciben y, además, se mueven muy rápido. Eso los hace débiles y difíciles de identificar en los telescopios.


Además, la geometría con la que inciden también puede hacer que pasen desapercibidos, dado que la monitorización del firmamento mediante el uso de telescopios en la superficie terrestre dista mucho de poder ser homogénea.


Hasta la invención y el uso sistemático -como detectores- en los años noventa del siglo XX de las modernas cámaras CCD, o dispositivos de carga acoplada, la mayoría de estos cuerpos pasaban desapercibidos para nuestros telescopios.


Hoy en día se han censado 37 mil 492 Asteroides Próximos a la Tierra, conocidos con el acrónimo anglosajón NEA, cifras que podemos seguir en línea gracias a una recopilación hecha por el Center for Near Earth Object Studies del Jet Propulsion Laborator.


 

Número total de asteroides próximos a la Tierra descubiertos en función del tiempo (Imagen: CNEOS/JPL/ CNEOS/JPL/NASA).
Número total de asteroides próximos a la Tierra descubiertos en función del tiempo (Imagen: CNEOS/JPL/ CNEOS/JPL/NASA).
 

¿QUÉ SABEMOS DEL ASTEROIDE 2024 YR4?


Tal y como anunció la International Asteroid Warning Network (IAWN), ese asteroide posee un tamaño entre 40 y 90 metros.


En el supuesto, todavía bastante improbable, de que chocase contra la Tierra, eso lo convertiría en un evento no exento de riesgo. De hecho, se piensa que el asteroide que colisionó el 30 de junio de 1908 sobre Tunguska (Siberia) poseía un diámetro similar.


Recordemos que aquel objeto también se desintegró y generó una energía explosiva de entre 10 y 20 megatones de TNT.


Además, la onda de choque generada y su nube de material vaporizado destruyeron un área de unos 2 mil 150 kilómetros cuadrados de taiga, o bosque boreal en el que reside la mayor masa forestal del planeta, compuesta casi enteramente por bosques de coníferas.


En el caso del asteroide que nos ocupa, al poco de ser descubierto, y después de reconstruir su órbita preliminar, fue calificado como 3 en la llamada escala de Turín, con una probabilidad de 1 entre 77 (1,3 %) de impactar la Tierra el 22 de diciembre de 2032.


Eso no nos debe alertar a corto plazo. Esa calificación quiere decir que se trata de “un encuentro que merece la atención de los astrónomos”.


Los cálculos actuales dan una probabilidad de menos1 % capaz de causar destrucción localizada, por lo cual probablemente nuevas observaciones lo reasignen sin riesgo.

Esto será así porque seguiremos observando este objeto y mejoraremos su órbita, particularmente en su retorno en 2028.


 

El débil asteroide próximo a la Tierra 2024 YR4 aparece en un recuadro en el centro de esta imagen, sobre el fondo de las estrellas fijas por el Very Large Telescope de ESO en enero de 2025 (ESO/O. Hainaut et al).
El débil asteroide próximo a la Tierra 2024 YR4 aparece en un recuadro en el centro de esta imagen, sobre el fondo de las estrellas fijas por el Very Large Telescope de ESO en enero de 2025 (ESO/O. Hainaut et al).
 

ASÍ SE RECONSTRUYE SU ÓRBITA


El pequeño tamaño de estos asteroides hace que no puedan seguirse a lo largo de toda su órbita, sino que lo hagamos en un pequeño arco en el que resultan accesibles a los telescopios.


Básicamente, diversos observatorios profesionales y aficionados captan el objeto moviéndose sobre el fondo de las estrellas aparentemente “fijas”.


Incluso los mayores telescopios como el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral (ESO) le destinan tiempo a los más relevantes.


De ese modo se mide su movimiento con precisión sobre las estrellas cuyas coordenadas conocemos y así se puede recalcular su órbita en base a las nuevas observaciones.


Cuantas más medidas precisas y más extendidas estén en el tiempo, mejor será la reconstrucción de su órbita.


Y la ardua labor de recopilación de esa pléyade de datos astrométricos corresponde al Centro de Cuerpos Menores ó Minor Planet Center (MPC).


 

Los pequeños asteroides deben ser continuamente observados para cuantificar y delimitar sus órbitas en cada “aparición” cercana a nuestro planeta. Con la precisión astrométrica actual, el paso del asteroide posee una incertidumbre de alrededor de 100 000 kilómetros en su posición en el momento de su máxima aproximación a la Tierra (Imagen: Escena de la película Dark Rift).


 

LA TIERRA, EN LA REGIÓN DE INCERTIDUMBRE


Pero el reto no acaba ahí, ya que la evolución dinámica de los pequeños asteroides está afectada por los llamados efectos no gravitatorios.


Se trata de diversas fuerzas que para asteroides son principalmente de naturaleza radiactiva, una especie de sutil “retroceso” al reemitir progresivamente el calor que recibe el asteroide del Sol.


Como consecuencia, los pequeños asteroides deben ser continuamente observados para cuantificar y delimitar sus órbitas en cada “aparición” cercana a nuestro planeta.


Con la precisión astrométrica actual, el paso del asteroide posee una incertidumbre de alrededor de 100 000 kilómetros en su posición en el momento de su máxima aproximación a la Tierra.


De hecho, con unos 12 000 kilómetros de diámetro, nuestro planeta quedaría dentro de esa región de incertidumbre. Eso equivale a un 1,3 % de probabilidad de que impacte, a la espera de mejorar su órbita y recalcular esa probabilidad en 2028.


Así pues, quedamos a la espera de la nueva visita del asteroide 2024 YR4, con su aproximación del 17 de diciembre de 2028.


Será entonces cuando, gracias a un esfuerzo conjunto de astrónomos profesionales y aficionados, consigamos precisar mejor su órbita y saber si será necesario prepararse para el impacto o bien aplicar un método paliativo como ejemplificó la misión DART.



 


* Josep M. Trigo Rodríguez es investigador principal del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE - CSIC).


** The Conversation es una colaboración sin fines de lucro y única entre académicos y periodistas que, en una década, se ha convertido en la principal editorial mundial de noticias y análisis basados en la investigación. Fue fundada por Andrew Jaspan en Melbourne, Australia, en marzo de 2011. Actualmente tiene representación en Reino Unido (2013), Estados Unidos (2014), Sudáfrica y Francia (2015), Canadá, Indonesia y Nueva Zelanda (2017), España (2018) y Brasil (2023).

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