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Splinternet: La batalla digital por el control territorial de las ideologías del siglo XXI

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    4 Vientos
  • hace 13 horas
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Un país, digamos Estados Unidos, amenaza con prohibir una aplicación -digamos TikTok-. Habla de protección de datos, de riesgos para la juventud. Hasta ahí parece un mensaje consistente con los cánones tradicionales.


Anu Bradford* / Sintetika** / Edición: 4 Vientos

 


Estamos testificando, sin grandes titulares, la reconfiguración global del ecosistema digital (Imagen: Monach University).
Estamos testificando, sin grandes titulares, la reconfiguración global del ecosistema digital (Imagen: Monach University).

Pero también habla de injerencia extranjera y de motivos de seguridad nacional: “TikTok podría ser utilizado por el Partido Comunista Chino para controlar datos, recopilar información y manipular contenido con fines de influencia extranjera”, declaró en 2023 el entonces director de la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés), Christopher Wray, ante el Comité de Inteligencia del Senado.



Lo que está en juego entonces no es solo el tráfico de información. Es algo más profundo. Más sutil. Más estructural.


Estamos testificando, sin grandes titulares, la reconfiguración global del ecosistema digital. Uno donde las aplicaciones se vuelven territorios. Espacios de poder, identidad, control. Las apps son extensiones de la soberanía.


TikTok, en este nuevo mapa, es un caso paradigmático. Estados Unidos debate su prohibición. Algunos lo justifican como una defensa frente al espionaje chino. Pero ¿y si el conflicto no fuera solo tecnológico? ¿Y si lo que está en juego no son solo los datos, sino la narrativa?


No sería un paradigma nuevo. En 1979, el sociólogo Armand Mattelart, desde la perspectiva de vivir en Chile, en la época de Salvador Allende, escribió Multinational Corporations and the Control of Culture.


Ahí dijo que las televisoras estadounidenses eran un instrumento de influencia cultural y control ideológico en América Latina. Lo llamaba una forma de “colonialismo simbólico”.


¿Las apps pueden jugar ese rol?


TikTok es una fábrica de imaginarios. Ahí nacen los bailes que llegan a Billboard, las canciones que ignoran fronteras, los discursos que alteran el pulso político.


Desde ahí se filtra una parte esencial de la interacción humana contemporánea.



La lucha es por definir qué imágenes, qué voces, qué ritmos, qué cuerpos, qué ideas circulan y cuáles no. Es una batalla por el control de las ideologías del siglo XXI. (Imagen: microsoftteams).
La lucha es por definir qué imágenes, qué voces, qué ritmos, qué cuerpos, qué ideas circulan y cuáles no. Es una batalla por el control de las ideologías del siglo XXI. (Imagen: microsoftteams).

¿Y quién controla eso? En la respuesta está el problema.


La incomodidad del gobierno estadounidense no se limita a lo que TikTok recolecta, sino a lo que distribuye. No es solo que China tenga acceso a datos: es que Occidente no tiene acceso al algoritmo.



Y eso incomoda.


No es una especulación: durante los debates legislativos, Oracle llegó a un acuerdo parcial como proveedor de almacenamiento en la eventual venta de TikTok, pero la propuesta clave —el traspaso del algoritmo— fue rechazada por ByteDance. Es, dijeron, su activo estratégico central.


No es solo una app. Es una lógica. Una lógica de soberanía. Nadie entrega voluntaria y activamente su soberanía.


El verdadero conflicto no es entre TikTok y el Capitolio. Es entre modelos culturales. Es la lucha por definir qué imágenes, qué voces, qué ritmos, qué cuerpos, qué ideas circulan y cuáles no.


No es una discusión técnica, es una batalla por el control de las ideologías del siglo XXI.


¿Pero, no hacen lo mismo otras plataformas?


YouTube, Facebook, Instagram, X. Todas recolectan datos masivos. Todas manipulan los flujos de información. Todas priorizan la rentabilidad.



El caso de Tik Tok en Estados Unidos es la evidencia de que internet, ese espacio que imaginamos como red global compartida, está dejando de existir (Imagen: Ciudadanos por México).
El caso de Tik Tok en Estados Unidos es la evidencia de que internet, ese espacio que imaginamos como red global compartida, está dejando de existir (Imagen: Ciudadanos por México).

La rentabilidad, esa es la cuestión


Como advierte Shoshana Zuboff en La era del capitalismo de la vigilancia, esto no es una disfunción del sistema, sino su razón de ser. Las plataformas no se usan solo para conectar a las personas, sino para moldearlas.



El objetivo no es la comunicación, sino la predicción de su siguiente movimiento. La extracción emocional. La rentabilidad del comportamiento.


El caso TikTok revela una tensión más profunda. No es una disputa comercial, ni siquiera geopolítica, en el sentido tradicional. Es la evidencia de que internet, ese espacio que imaginamos como red global compartida, está dejando de existir.


Está naciendo otra cosa: una red fragmentada, un archipiélago de internets, una splinternet que de acuerdo con Dan York, encargado en jefe de la oficina presidencial de la organización Internet Society, es un espacio en el que las direcciones que se usan normalmente en el Internet abierto pueden llevar a lugares completamente diferentes o los sitios pueden estar bloqueados por completo.


"Es un espacio donde no puedes confiar en que los nombres y direcciones te lleven a donde se supone que deben hacerlo. Un espacio con fronteras añadidas a un sistema sin fronteras. Un espacio en el que se restringe y suprime la libre circulación de información", explicó York en un artículo de divulgación.



La tendencia seguirá y cada país dibujará su frontera digital. Cada gobierno querrá imponer su filtro, su algoritmo, su política de datos.


Rusia construye Runet, su propio sistema autónomo. India prohíbe cientos de apps chinas y promueve alternativas locales. La Unión Europea redacta leyes para limitar el poder de las Big Tech. Estados Unidos exige que las plataformas extranjeras se reconfiguren bajo su jurisdicción.


China, desde hace años, vive en un ecosistema completo, cerrado, funcional y profundamente controlado.


No es que el mundo digital se esté partiendo. Ya se partió.



“TikTok podría ser utilizado por el Partido Comunista Chino para controlar datos, recopilar información y manipular contenido con fines de influencia extranjera”.

Christopher Wray director del FBI en 2023,

ante el Comité de Inteligencia del Senado.

 


 

Mientras muchos sectores tradicionales de la economía han sucumbido a la estancación secular, una nueva forma de creación de valor se ha expandido desde la década de 1970 como parte de la Tercera Revolución Industrial (Imagen: Shutterstock).
Mientras muchos sectores tradicionales de la economía han sucumbido a la estancación secular, una nueva forma de creación de valor se ha expandido desde la década de 1970 como parte de la Tercera Revolución Industrial (Imagen: Shutterstock).

Sistemas solapados


Julie Cohen, en Between Truth and Power, lo explicó con claridad: el capitalismo informacional ha erosionado las estructuras soberanas tradicionales.



Lo que emerge no es un nuevo orden global, son múltiples sistemas solapados, cada uno con reglas, límites y lenguajes distintos.


No hay ya un centro. Hay nodos. Y están en tensión.


Rebecca MacKinnon lo llamó “autoritarismo digital” en su libro Consent of the Networked:

 

“Internet no está inevitablemente ligado a la libertad. También puede ser la infraestructura de un nuevo tipo de autoritarismo”, escribió.

 

La neutralidad de la red se vuelve una ilusión. El feed no es universal. Es territorial. Geolocalizado. Regulable. Censurable.


Entramos en una era de fronteras invisibles; el mapa ya no se dibuja con líneas, sino con algoritmos. Las plataformas no solo median la comunicación, sino la percepción de realidad.


Y en este nuevo orden, las preguntas se multiplican.


¿Podrá existir aún un internet global? ¿Tendremos derecho a elegir nuestras plataformas, o eso también dependerá de la política exterior? ¿La libertad digital será un privilegio, una utopía… o una máscara?


No podemos ignorar las preguntas porque en esta disputa no solo se define el futuro de las apps. Se define buena parte de cómo razonarán nuestras mentes.



En Apple existen 32 etiquetas de nutrición de privacidad. Se agrupan desde el nombre hasta la información financiera y de salud del usuario (Imagen: Pixebay).
En Apple existen 32 etiquetas de nutrición de privacidad. Se agrupan desde el nombre hasta la información financiera y de salud del usuario (Imagen: Pixebay).

Las apps que más información personal solicitan


No hay un estándar global para medir qué hacen con la información las apps. Pero siempre hay datos.



Por ejemplo, Apple tiene en su tienda de apps un sistema llamado “etiquetas de nutrición de privacidad”.


Hay 32 categorías específicas. En ellas se agrupan desde el nombre hasta la información financiera y de salud del usuario. Indagamos cuáles son las apps que más información piden de esas categorías.


No hay un estándar similar en Android, pero tampoco hay razón para asumir que ahí solicitan menos datos.


También quisimos saber cuáles son las apps que más se descargaron en 2024 y lo que va del 2025, sin importar el sistema operativo.


Los primeros lugares no sorprenden a nadie. Lo que llama la atención es encontrar apps de comercio electrónico y edición de videos. Ambas dicen mucho de los hábitos actuales.


Aquí, las dos gráficas que obtuvimos en ambos temas:





Hasta en las noticias


Facebook quiere las fotos de tu galería… aunque no las subas.



En efecto, Meta quiere algo más que tus publicaciones. Ahora, cuando creas una nueva historia en Facebook te pedirá permiso para acceder a las fotos que aún no compartes.


Dice que es para sugerirte mejoras e ideas, como collages, con su inteligencia artificial y que está en fase de pruebas en Estados Unidos y Canadá.


Promete no usarlas para entrenar modelos; por ahora, pero las procesa en sus servidores.


El gesto es claro: la galería de tu celular es territorio de interés. Ya no bastará con controlar lo que mostramos, ahora importa también lo que guardamos.


La línea entre utilidad y vigilancia vuelve a desdibujarse.


 

Dinamarca, la vanguardia en la digitalización -¿control? - de sus ciudadanos (Imagen: Vector Graphics).
Dinamarca, la vanguardia en la digitalización -¿control? - de sus ciudadanos (Imagen: Vector Graphics).

En Dinamarca, rostro, cuerpo y voz tendrán copyright


Dinamarca quiere que tu rostro y voz sean tuyos. El país propondrá una legislación para que los ciudadanos tengan derechos de autor sobre su imagen y voz.



La ley no sólo prohibiría compartir “deepfakes”, sino permitiría exigir su eliminación y hasta compensación económica en caso de ser víctima de uno.


Se contemplan multas fuertes para plataformas que no cumplan. Es decir, que ni intenten ignorar los reclamos.


Eso sí, la norma excluye la parodia y el humor centradas en personajes públicos.


La idea es: ante la dificultad creciente de distinguir lo real de lo fabricado.


Conservar la confianza pública requiere reafirmar el control individual sobre la propia representación.

 


The Velvet Sundown, no existen ni sus músicos, ¡pura inteligencia artificial! (Imagen: Spotify).
The Velvet Sundown, no existen ni sus músicos, ¡pura inteligencia artificial! (Imagen: Spotify).


La banda que triunfa en Spotify… y no existe


El nombre de la banda es The Velvet Sundown. No existe en la realidad.



Tampoco sus integrantes (Gabe Farrow, Lennie West, etcétera), ni su música, fotos o biografía son reales.


Pero en Spotify tienen más de 500,000 oyentes mensuales y eso se está convirtiendo en dinero.


El debate es amplio.


¿Y si los oyentes son bots con una IP y sólo están estafando a Spotify?



* Anu Bradford es una destacada estudiosa del poder regulatorio de la Unión Eueropea y una comentarista muy solicitada sobre a economía global y la regulación digital. Es directora del Centro Europeo de Estudios Jurídicos. También es investigadora sénior en el Instituto Jerome A. Chazen de Negocios Globales de la Escuela de Negocios de Columbia y académica no residente en el Carnegie Endowment for International Peace.Acuñó el término "Efecto Bruselas" para describir la enorme influencia de la Unión Europea en los mercados globales. Su libro más reciente, Digital Empires: The Global Battle to Regular Technology, se publicó en septiembre de 2023. Fue reconocido como uno de los mejores libros de ese año por Financial Times y galardonado con el Premio Stein Rokkan 2024 de Investigación Comparada en Ciencias Sociales.


** Sintetika es un boletín semanal de Excélsior y Grupo Imagen. Se enfoca en explicar los cambios tecnológicos, sociales y culturales que están redefiniendo el mundo. A diferencia de otros productos digitales centrados en gadgets o consumo, el medio busca ayudar a su audiencia a entender cómo la inteligencia artificial, la automatización, el cambio climático o la reconfiguración del poder global impactan directamente en su vida diaria, sus decisiones y su entorno.

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