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INFORMACIÓN: ¿En qué momento dejamos de mirar las nubes?

En algún momento de la historia se sembró en el imaginario la idea de que el cielo más valioso es el azul. Esos días sin nubes y con el sol resplandeciendo se asocian a estados de ánimo positivos y, tal vez por eso, son los más deseados.

 

Javier Barros del Villar* / Ecoosfera / Olga Aragón** / Ecología Verde*** / Edición: 4 Vientos



No siempre el "cielo azul" es admirable (Imagen: 4ever.eu).


*El problema es que estos excluyen, por definición, una presencia fundamental en nuestra vida: las nubes.


Por fortuna hay también quienes consideramos que un cielo tomado por nubes es inigualable.


Su riqueza emocional y desorden cambiante acompañan a la psique del observador: lo remiten a la impermanencia y masajean su imaginación.


No, las nubes no necesariamente inducen un ánimo sonriente, pero sí estados sugerentes, refractantes. Además, cumplen una función práctica fundamental: nos ayudan a leer el clima.


Por lo anterior, quizá no debiera sorprendernos que exista una iniciativa internacional abocada a exaltar la existencia de las nubes: la Cloud Appreciation Society (Sociedad para la Apreciación de las Nubes).


Este grupo se fundó en 2005 en Reino Unido. Reúne a los adoradores de las nubes alrededor del mundo y funge como plataforma de difusión y deleite. Por ejemplo, su sitio de internet aloja un monumental archivo colaborativo de fotografías de nubes, así como un repositorio de información multimedia (bibliografía, documentales, poemas y registros varios).


También, organiza excursiones para apreciar diversos fenómenos meteorológicos y, si quieres artilugios nubosos, los puedes encontrar en su tienda.


Si bien su actividad e identidad son en sí loables, tal vez lo más importante de la existencia de esta organización es que amplifica una invitación simple: necesitamos volver a mirar las nubes. Solo eso.


Y aunque para muchos este llamado sonará infantil, en realidad podría tener implicaciones fundamentales: entre otras, ayudarnos a reimaginar nuestra relación con la naturaleza y sensibilizarnos frente al entorno.



Zeus enojado, en su palacio en las nubes (Imagen: freepik.es).



Aquí puedes leer su manifiesto a favor de nuestras etéreas compañeras planetarias:


“Creemos que las nubes son injustamente difamadas y que la vida sería infinitamente más pobre sin ellas.


“Consideramos que son la poesía de la naturaleza y el más igualitario de sus despliegues, ya que todos pueden tener una vista fantástica de ellas.


“Prometemos combatir el ‘pensamiento cielo azul’ dondequiera que lo hallemos. La vida sería aburrida si todos los días observáramos la monotonía de un cielo sin nubes.


“Queremos recordarles a las personas que las nubes son expresiones del estado de ánimo de la atmósfera, que pueden leerse tal como las expresiones faciales de una persona.


“Creemos que las nubes son para los soñadores y que su contemplación nutre el alma. De hecho, todo aquel que contemple las figuras que forman las nubes ahorrará dinero en consultas de psicoanálisis.


“Así pues, le decimos a todo aquel dispuesto a escuchar: mira hacia arriba, maravíllate con la efímera belleza y recuerda siempre vivir una vida con la cabeza en las nubes”.


Esto nos hace recordar la invisibilidad que han adquirido para muchos de nosotros las plantas, incluso las que nos rodean. De hecho, esta “condición” ya tiene nombre: “ceguera a las plantas”.


La mayoría de nosotros ignoramos sus nombres y, ya con un síntoma más severo, rara vez registramos su presencia de manera consciente. Pues algo muy similar, y aún más acentuado, ha ocurrido en nuestra relación con las nubes.


Cierro esta parte del trabajo con algunas preguntas para dimensionar nuestra lejanía con este ingrediente meteorológico:


¿Hace cuánto que no dedicas unos instantes a mirar conscientemente las nubes? ¿Puedes distinguir un tipo de nube de otro? ¿Sabes que nos dicen sobre el clima? ¿Crees que las nubes son irrelevantes? ¿Crees que tú que tus aspiraciones son más importantes que las nubes?


Y más importante aún, ¿por qué no intentas volver a mirarlas?


Tipos de nubes (Imagen: Wordpress),



Algunos usamos metáforas, llenas de imaginación y simbolismo que se convierten en fascinantes imágenes que se movilizan y recrean alrededor de las nubes, para impulsarnos, tarde o temprano, a elevar la mirada y aprender de ellas como recobrar la ensoñación, las ilusiones y la esperanza.


Así las concibe en el mundo de las interpretaciones nuestra directora editorial Olga Aragón en el cuento "Caballito de Aguanube", de su libro Satancillo (Colección Araval, agosto de 2005):


** "Casi siempre se forma primero su cabeza larga y su cuello vigoroso; luego le va creciendo como fina grasa su crin extendida al viento. Si uno fija la atención sin despegar un instante la vista del cielo también podrá observar el contorno repleto del robusto cuerpo, las cuatro patas grises y una graciosa cola que a veces es tan corta como la escobeta que se usa para fregar la estufa. Pero cuando su cola es tan cortita que en verdad se ve cómica, han de contenerse las ganas de reír porque de lo contrario el caballito se encabrita, echa a correr y en medio del galope desaparece para siempre de relampagazo, dejando tras de sí una nube negra.


"En cambio, si uno lograr reprimir la risa y distingue bien al caballito, sin confundirlo con otras figuras caprichosas en las que suele ocultarse, entonces se forma una neblina muy espesa por la que desciende lentamente hasta llegar a una llanura no habitada por seres humanos. A ese lugar va de vez en vez, a comer pasto fresco, cada que se cansa del prado celeste de aguanuebe.


"Allí en esa llanura, adornando el paisaje con su majestuosa presencia blanca, el muy canijo agita su hermosa crin en una danza de ensueño y se siente el deseo irresistible de llega a él, pasar la mano por su lomo sedoso y ofrecerle un terrón de azúcar para granjeárselo a fin de que permita montarlo. Sin embargo, este deseo también ha de reprimirse pues el caballito huiría de inmediato, dejando en su lugar solo un estanque donde vivirán ranas verdes de canto triste.


"Pero no cabe duda, si nada molesta a este animal fantástico en su visita a la tierra, él esperará pacientemente a que todo el cielo se cubra de seres nimbus para llamar con alegres relinchos a las cabras y a los rinocerontes, a los pájaros y los tigres, a las hormigas y las gacelas, a los conejos y los elefantes, a las diminutas luciérnagas, a las jirafas y las mariposas, a las semillas de frutas y de flores, al colibrí, a los hombres y las mujeres, a los niños y a los viejitos, a los pequeñitos y a los grandotes que no alcanzaron cupo en la vieja Arca de Noé, para que bajen a descansar un poco del cielo y del aguanube.


"Y entonces sí... ábranse paraguas que cae un aguacero".



Caballito de Aguanube (Imagen: Wordpress).



*** Por esto, ahora es clave hacerte la pregunta: ¿sabes qué son las nubes y cómo se forman?


Porque a pesar de su aspecto de algodón, las nubes son agrupaciones de gotas de agua suspendidas en la atmósfera, pero que se hacen visibles al alcanzar ciertas concentraciones.


Su formación se da cuando el aire cálido en corriente ascendente atrapa vapor de agua y humedad en la atmósfera. Llegado a cierta altura, este vapor se condensar por el frío, formando minúsculas gotas de agua o cristales de hielo.


En el caso de las gotas, estas adoptan una forma esférica y un tamaño de entre 0,004 y 0,1 milímetros. Puesto que están en suspensión, su movimiento errático las hace chocar y agruparse, dando lugar a las nubes que vemos.


Cuando se dan las circunstancias adecuadas, el grosor de estas gotas puede aumentar, provocando así una precipitación.


Aquí proporcionamos una lista elemental de los tipos de nubes:


ALTAS: Cirros, cirrocúmulos y cirrostratos. MEDIAS: Altoestratos, altocúmulos y nimbostratos. BAJAS: Estratocúmulos Y Estratos. VERTICALES: Cúmulos y cumulonimbos.


Las nubes altas son aquellas que se forman en latitudes medias y bajas y a altitudes por encima de los 6.000 metros. A tanta altura el aire está a una temperatura muy baja y cuenta con muy poca humedad, así que estas nubes están formadas principalmente por cristales de hielo. Acostumbran a ser delgadas y de color intensamente blanco.


Las nubes medias se forman en altitudes de entre 2.000 y 7.000 metros. Están compuestas habitualmente por gotas de agua, aunque si la temperatura es lo bastante baja, pueden contener cristales de hielo.


Las nubes bajas se forman por debajo de los 2.000 metros y solo en los climas más fríos pueden contener partículas de nieve o hielo, siendo habitual que estén compuestas por completo de agua.


Y las nubes verticales son muy llamativas y fáciles de distinguir, pues su base puede estar muy cerca de la superficie y se desarrollan hacia arriba, pudiendo superar los 10.000 metros de altitud.



 ¿Alguna vez te has preguntado por qué hay diferentes tipos de nubes en el cielo? ¿Sabías que las formas y los colores de las nubes pueden revelar mucho sobre el clima? (Video: Youtube, canal Primero la Tarea).



Esto nos lleva a un tema sin duda íntimamente relacionado a la formación de las nubes en nuestra atmósfera.


Si bien el papel que juegan los árboles en la generación de la lluvia no está claramente identificado, cada vez más investigadores están llegando a la conclusión de que el rol que tienen en este proceso es importante, tanto en la generación de las nubes como en los fenómenos de evaporación y condensación, procesos básicos muy importantes para la generación de lluvias.


La relación entre lluvia y árboles ya era reconocida hace bastante tiempo. En la biografía publicada sobre Cristóbal Colón por su hijo, el propio almirante relacionaba el aumento repentino de la velocidad del viento y las tempestades en las zonas próximas a Jamaica con la gran cobertura vegetal, pues el clima, cielo y aire eran iguales a los de otras zonas del mundo.


Él mismo ya había observado que este fenómeno, posteriormente conocido como “Teoría de la Bomba Biótica”, ocurría en las Islas Madeira, Canarias y Azores, donde también había una gran cobertura vegetal.


Esta teoría nos sugiere que las elevadas cantidades de precipitaciones de algunos interiores continentales, como la Amazonia en Sudamérica y el Congo en África, se posibilita gracias a la gran cobertura forestal que se extiende desde la costa al interior.

Son los procesos físicos atmosféricos, la condensación y la evaporación, los que portan aire húmedo hacía el interior de los continentes.


Según esta teoría, la deforestación también puede cambiar de un continente de elevadas precipitaciones a otro con baja cantidad de lluvias.


La teoría de la bomba biótica fue propuesta en 2006 por Anastassia Makarieva y Victor Gorshkov. Nos propone que las grandes coberturas forestales cambian los gradientes atmosféricos y, por tanto, dan lugar a condiciones de fuertes vientos que desplazan la humedad del océano hacía el interior continental para reemplazar el agua desplazada de los ríos hacía el mar.


Por otro lado, las grandes masas forestales evaporan gran cantidad de humedad, mayor incluso que la del océano. Como consecuencia, esta elevada humedad atmosférica desemboca en una intensa condensación (nubes), que a su vez genera más flujo de aire del mar hacia el interior.



Teoría de la Bomba Biótica de la Humedad (Imagen: arvoreagua.org).



Finalmente, estos procesos dan lugar a grandes tormentas tropicales en los océanos y elevadas precipitaciones en el interior del Amazonas.


Así, es evidente que la relación existente entre los árboles y la formación de nubes es compleja y actualmente se realizan nuevas investigaciones sobre el tema.


Ya sabemos que las nubes se producen cuando el vapor de agua se condensa o congela, pasando de estado gaseoso a líquido o sólido.


Esta condensación tiene lugar en el momento en que el aire está saturado de agua. La saturación de una masa de aire depende de su temperatura y de la existencia de núcleos de condensación. Así, el aire saturado de agua y con bastantes núcleos de condensación, se llena a niveles de humedad más bajos.


Una gran parte de partículas atmosféricas que se detectan en la Amazonia, son biológicas (como el polen o las esporas) y tienden a aumentar de tamaño por deposición de compuestos orgánicos volátiles. Cuando estas partículas aumentan de tamaño, se vuelven más eficaces recolectando el agua líquida o hielo, con lo cual sirven como núcleos de condensación.


El tipo de partícula también influye en la condensación y formación de nubes. Por ejemplo, una partícula que es típica de los bosques tropicales es el isopreno (estrés por calor) y su concentración atmosférica en los bosques tropicales es mayor que en praderas de herbáceas.


El isopreno tiene una gran capacidad de aumentar la cubierta de nubes y los núcleos de condensación y, por tanto, de lluvias durante las épocas de mayor estrés por calor. Además, el viento levanta ciertas partículas del suelo que facilitan la formación de hielo a temperaturas más bajas de las habituales.


Como consecuencia de lo anterior, la deforestación de los bosques puede alterar o de plano interrumpir los patrones de formación de nubes y lluvias. Debido a la gran importancia de la bomba biótica, por lo que la deforestación puede conseguir que una zona se vuelva seca y árida.


No tenemos que agregar nada más al respecto. El cambio climático y la estupidez humana nos revelan con exactitud cuáles son las consecuencias mortíferas para la vida en la Tierra.



* Javier Barros del Villar es divulgador de la ciencia, cofundador del portal Ecoosfera y fundador asociado del Laboratorio de Conciencia Digital.


*** Ecología Verde es una web de ecología y medio ambiente especializada en ofrecer respuestas sobre dudas comunes en esta temática para, así, descubrir cómo tener un estilo de vida más ecológicamente amigable, que ayude a mejorar el futuro del planeta.

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