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Foto del escritorJavier Cruz

INFORMACIÓN: Identifican dos cepas de hongos que afectan a las naranjas de Sonora

En las plantas de cítricos, al igual que en otras de interés agrícola como vid y nogal, algunos hongos son capaces de provocar la enfermedad que se conoce como “muerte regresiva”, ocasionada por hongos que penetran principalmente por heridas de poda.


Karla Navarro / Todos@Cicese / Edición: 4 Vientos



Jugosa y sabrosa producción en Sonora (Imagen: El Sol de Hermosillo)


La poda consiste en cortar algunas ramas de los árboles para que rejuvenezcan con nuevos brotes, lo que deja heridas que hacen susceptibles a las plantas de ser colonizadas por hongos.


Si logran establecerse, los hongos invaden a la planta a través de los tejidos conocidos como xilema, que son equivalentes a las venas de las plantas. Ahí crecen y se extienden de arriba hacia abajo. De ahí el nombre de “muerte descendente” o muerte regresiva.

Esta problemática generó preocupación y pérdidas entre productores de naranja valencia de Hermosillo, Sonora, y la iniciativa de un nuevo proyecto de investigación con el Laboratorio de Fitopatología del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), a cargo de la doctora Rufina Hernández Martínez, con quien ya habían colaborado productores sonorenses de nogal y vid.


Sonora, destacó, es la quinta entidad productora de naranja a nivel nacional.


De acuerdo con los datos de 2023 del Anuario Estadístico de la Producción Agrícola del gobierno federal, en México se sembraron 353 mil 610 hectáreas de naranja y se produjeron cuatro millones 942 mil 659 toneladas.


De esa producción, 7 mil 522 hectáreas y 188 mil 248 toneladas corresponden a naranja valencia producida en Sonora.


De hecho, la región de Hermosillo tiene la particularidad de cultivar naranja considerada como “orgánica”, por producirse en condiciones de bajo impacto ambiental.


Desde febrero de 2023, investigadoras y estudiantes del Laboratorio de Fitopatología, especializado en patógenos que ocasionan enfermedades en cultivos de importancia agrícola, se han dedicado a evaluar los hongos presentes en ramas con síntomas.


Ya lograron identificar a las cepas más agresivas para las plantas de naranja valencia y en ello actualmente trabajan en estrategias de control biológico.



El trabajo de investigación de los hongos que afectan a los cítricos sonorenses en el Laboratorio de Fitopatología del Cicese (Imagen: Cortesía).



Las cepas agresivas


Para iniciar el estudio, los productores sonorenses, a través de la Junta Local de Sanidad Vegetal de Hermosillo, enviaron ramas procedentes de 42 huertas, seleccionadas de 58 puntos. En cada punto se tomaron de siete a 10 ramas, por lo que el Laboratorio de Fitopatología recibió más de 500 ramas.


“Todo el laboratorio estuvo involucrado cuando nos llegaron las ramas”, narró Paola Alejandra Rocha López, estudiante de la maestría en Ciencias de la Vida. Dedicó su proyecto de tesis al tema.


De las ramas se tomaron trozos para obtener los hongos presentes y estos se colocaron en medios de cultivo hasta lograr “cultivos puros”, los cuales caracterizaron e identificaron para saber de qué setas se trataba.


“También hicimos la caracterización molecular para llegar a la identificación a nivel género, o a nivel especie en la mayoría de estos casos, y poder predecir la importancia que tenía cada uno”, comentó Rocha.

En total, el equipo aisló alrededor de 300 cepas de hongos y de ahí seleccionaron aproximadamente 170 para caracterizarlos molecularmente. Después, la cantidad se redujo a 70 para hacer un análisis microscópico más profundo.


A este trabajo en laboratorio se suman los experimentos en invernadero donde observaron cómo avanza el hongo dentro de la planta y qué tipo de lesión causa, hasta que identificaron a dos cepas particularmente agresivas en cítricos: Lasiodiplodia iraniensis y Lasiodiplodia subglobosa.



Hongos Lasiodiplodia iraniensis y Lasiodiplodia subglobosa (Imagen: Paola Rocha).



Controlar a los patógenos


El equipo se percató de que las dos cepas identificadas son altamente patógenas y pueden afectar a las plantas de cítricos en tan solo unos días, pero también se dieron cuenta de que la temperatura es un factor clave para su propagación.


La doctora Rufina Hernández explicó que, a diferencia de los hongos que han detectado en plantas de vid, las dos cepas estudiadas necesitan temperaturas moderadas para propagarse, las cuales rondan los 28 °C.


Dado que en Sonora es común que las temperaturas en verano y otoño superen los 40 grados, el mayor daño lo provocan en los meses de clima templado o frío, un hallazgo que permitirá implementar estrategias de control más efectivas.


“Es factible hacer un tratamiento eliminando los residuos de poda, las partes enfermas, y de aplicar organismos de control biológico que es lo que estamos promoviendo”, comentó la investigadora del Departamento de Microbiología.


Para seguir delineando estrategias, tienen un experimento montado al interior de un invernadero, donde ensayan aplicando fungicidas y organismos de control biológico en las plantas.


La especialista explicó que hay una tendencia a nivel mundial en el uso de organismos de control biológico, que pueden consistir en bacterias o en hongos benéficos que detienen el crecimiento de los patógenos.


“En este caso encontramos, aparte de cepas de Trichoderma y de Bacillus, que se usan habitualmente en control biológico de patógenos de plantas, y un hongo menos conocido del género Chaetomium. Entonces, estamos evaluando si funcionan contra los hongos de madera”.

Y es que los organismos de control biológico ofrecen ventajas sobre los fungicidas porque se establecen en la planta y persisten por más tiempo, además de que hay menos daño ecológico en comparación con fungicidas.


“Nuestra idea es que podamos proveer al productor de una alternativa económicamente viable y ecológicamente sustentable para el control de los organismos que provocan estas enfermedades”.



Investigadoras y estudiante en el invernadero del Laboratorio de Fitopatología del CICESE. Fotografía: Karla Navarro



Ciencia para apoyar a la industria


En apenas un año y medio el equipo, que además integra a las doctoras Luz América Córdoba Castro y Edelweiss Rangel Montoya, investigadoras posdoctorales, realizó los aislamientos, la caracterización molecular y la extracción de ADN.


Buscan identificar las cepas presentes en las plantas hasta llegar finalmente a la etapa de estrategias de control, en la que se encuentran trabajando ahora.


“Cuando uno conoce a su enemigo es más fácil saber por dónde atacarlo”, afirmó la doctora Hernández al referirse al proceso necesario de estudiar a los patógenos para después tener la capacidad de diseñar medidas de control que los productores puedan aplicar.


Tanto Paola Rocha, estudiante de maestría próxima a graduarse, como las investigadoras, reconocieron que los logros del proyecto han sido posibles gracias al trabajo en equipo y a la alianza con los productores de Hermosillo, quienes otorgaron el financiamiento.


“No solamente es mucho trabajo; es mucho dinero”, resaltó la investigadora.

También destacó que los productores han sido proactivos en la indagación, no solo con el financiamiento, sino también enviando las muestras y las plantas que se usan en los experimentos del invernadero.


Para ella, lo importante es que la investigación se traduzca en un apoyo para la industria, en este caso citrícola, además de mantener los estándares de calidad en los trabajos para seguir fomentando la vinculación.


“Esa es la parte que te llena como investigador: hacer algo que apoya a alguien más”.



Síntomas de muerte regresiva en árboles de naranja de Hermosillo, Sonora (Imagen: doctora Rufina Hernández).


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