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INFORMACIÓN: En marcha, programa latinoamericano para aminorar daño humano en aves playeras

Cae la tarde y las playas más cercanas a la ciudad ofrecen un escenario común: personas caminando acompañadas de perros que, sin portar correa, corretean a las aves que intentan alimentarse o tomar un descanso.

 

Karla Navarro / Todos@Cicese / Fotos: Cortesía de Edgar Amador, Salvadora Morales, Eduardo Palacios y Abril Heredia / Edición 4 Vientos



Las actividades recreativas de locales y extranjeros en la bahía Todos Santos afectan el ambiente de miles de aves migratorias. Aquí, polluelos de “charranes” o “gallitos marinos” muertos luego de que turistas a bordo de vehúculos pasaron por encima de su nido. Cada migración, estas aves construyen en promedio 60 nidos en las dunas de la Lengüeta Arenosa de Punta Banda, en Ensenada, Baja California.



A esto se le llama perturbación humana hacia las aves playeras, comúnmente ocasionada por actividades recreativas.


Además de mascotas, el disturbio humano también incluye a personas solas o en grupo y el uso de vehículos motorizados, situaciones que representan una amenaza para las aves y un factor de degradación de su hábitat.


Para disponer de estrategias que mitiguen el impacto del disturbio humano en especies de aves con presencia en Latinoamérica, un grupo de organizaciones, entre ellas el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), generó el “Conjunto de herramientas para el manejo de la perturbación humana hacia las aves playeras en América Latina”.


El documento reúne las experiencias, retos y lecciones aprendidas en 28 proyectos desarrollados en 11 países para debilitar el disturbio humano en sitios del corredor Pacífico, desde Chile hasta México.


Además del CICESE, la investigación fue liderada por Asociación Calidris (Colombia), National Audubon Society y Point Blue Conservation Science (Estados Unidos); también contó con la contribución de 26 grupos de investigación del continente americano.



Contrario a lo que pudiera intuirse, las estrategias para evitar el disturbio en aves playeras no están orientadas a restringir el acceso a las playas a las personas ni cancelar actividades recreativas, sino generar modelos de convivencia en los que el hábitat se comparta de forma respetuosa.



Aves playeras, un grupo vulnerable


Las aves playeras en el continente son uno de los grupos de pájaros más amenazados y enfrentan una pérdida del 37 por ciento de sus poblaciones desde 1970, indica el documento que reúne el conjunto de herramientas.


El doctor Eduardo Palacios Castro, investigador del CICESE, Unidad La Paz, y colaborador en la investigación, apuntó que las aves playeras son el grupo que más rápidamente está disminuyendo a nivel mundial y esto se refleja en el continente americano.


“Los problemas que tienen en Latinoamérica son de pérdida de hábitat por cambio de uso de suelo, y también de degradación del ambiente. Ahí es donde entran las perturbaciones humanas”, explicó.

En México, dijo, están presentes alrededor de 46 de las 50 especies de aves playeras que existen en Norteamérica, un recurso compartido por todo el continente por su naturaleza migratoria, lo que hace indispensable la colaboración internacional para su conservación.


De acuerdo con el inventario de herramientas, 37 especies de aves playeras y 21 de pájaros acuáticos son objeto de conservación en América Latina debido a la perturbación humana.


De ellas, siete son las más mencionadas en proyectos: ostrero americano, playero blanco, chorlito patinegro, zarapito trinador, playero occidental, chorlito piquigrueso y playero rojizo.


Eduardo Palacios aclaró que no todos los sitios de descanso y alimentación presentan disturbio por la actividad humana; sin embargo, en Latinoamérica han observado cómo el problema se va intensificando.



“Por ejemplo, si una playa a donde llegan las aves migratorias está ocupada por actividades recreativas, los pájaros están volando o están alertas, no se están alimentando y hay pérdida de energía de parte de las aves porque no descansan. Ese es el problema”.



Otros disturbios también se encuentran en la contaminación y en los depredadores.

No obstante, las perturbaciones humanas han surgido como una nueva amenaza y causa de disminución de aves playeras.



Los resultados de la investigación fueron publicados en el artículo “Impact of human disturbance on the abundance of non-breeding shorebirds in a subtropical wetland”, reconocido este año por la revista Biotropica como uno de sus artículos más leídos. Aquí los investigadores Eduardo Palacios y Jonathan Vargas.



Programa de monitoreo


La investigación detrás del diseño del conjunto de herramientas para el manejo de la perturbación humana fue posible gracias a que, desde 2012, alrededor de 13 países de América, incluyendo a México, cuentan con un programa de monitoreo de aves playeras mediante un protocolo estandarizado.


Eduardo Palacios funge como responsable del programa en México, en donde se hacen conteos durante el invierno en 20 sitios del noroeste, incluyendo Nayarit, Sinaloa, Sonora y la península de Baja California.


A partir de 2014, al programa de monitoreo se incorporó a un protocolo para investigar también las perturbaciones humanas que afectan a las aves playeras.


Un año después hicieron el primer estudio a través de la tesis de maestría de Jonathan Vargas, en la ensenada de La Paz, Baja California Sur, donde encontraron que, por efecto del disturbio humano, la presencia de aves se redujo el 30 por ciento.


Los resultados de la investigación fueron publicados en el artículo “Impact of human disturbance on the abundance of non-breeding shorebirds in a subtropical wetland”, reconocido este año por la revista Biotropica, una publicación de divulgación científica de la Asociación de Biología Tropical y Conservación, como uno de sus artículos más leídos.


Eduardo Palacios comentó que disponer de datos permite identificar en qué sitios el problema de perturbación humana es más crítico y diseñar proyectos específicos para mitigar el disturbio y recuperar poblaciones.


Además, el monitoreo ofrece la oportunidad de detectar los lugares en que el disturbio comienza a aumentar, como por ejemplo San Quintín, un municipio de reciente creación en Baja California, que también recibe aves playeras como parte de su ruta migratoria.



Las aves playeras en América son uno de los grupos de aves más amenazados y enfrentan una pérdida del 37 por ciento de sus poblaciones desde 1970, indica el documento que reúne el conjunto de herramientas.



Compartir el hábitat


Contrario a lo que pudiera intuirse, las estrategias para evitar el disturbio en aves playeras no están orientadas a restringir el acceso a las playas a las personas ni cancelar actividades recreativas, sino generar modelos de convivencia en los que el hábitat se comparta de forma respetuosa.


Un ejemplo exitoso ha sido el proyecto de recuperación del chorlo nevado (Charadrius nivosus) en la bahía de Todos Santos, en Ensenada, Baja California, donde la cercanía de las playas con la zona urbana representa una presión significativa para las aves playeras.


El proyecto, liderado por Jonathan Vargas, inició en 2018 y sigue vigente con monitoreo, acciones directas para reducir la presión sobre los nidos de chorlo nevado, difusión y educación ambiental y herramientas legales.


Entre las acciones directas emprendidas están la instalación de cercos simbólicos que restringen el tránsito a usuarios de playa y vehículos en áreas estratégicas para la sobrevivencia de los polluelos, excluidores que impiden el acceso de los depredadores a los nidos, campañas de control de fauna y repelentes naturales.


Estas acciones, descritas también como caso de estudio en el conjunto de herramientas, dieron como resultado el aumento de adultos y nidos de chorlo nevado, así como mayor éxito de eclosión y un mejoramiento en la calidad del hábitat.


Eduardo Palacios consideró que más allá de la vigilancia que se realiza como parte de la estrategia de conservación, el éxito se encuentra en concientizar a las personas para que conozcan el impacto de sus actividades en las aves playeras y después se conviertan en multiplicadoras de la información.


Y es precisamente el facilitar la toma de decisiones, acerca de cómo y cuándo desplegar las estrategias de conservación, uno de los propósitos del conjunto de herramientas.


“Si alguien tiene un problema de perturbaciones humanas que afecten a las aves playeras y quiere hacer algo en su localidad, que sirva este conjunto de herramientas para adaptarlas, que ya hay experiencias de las cuales se puede aprender”, concluyó el investigador.

 

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