Disidencia de científicos estadounidenses públicamente enfrenta los recortes de Trump a la ciencia
- 4 Vientos
- 9 jun
- 6 Min. de lectura
En sus audiencias de confirmación para dirigir los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), Jay Bhattacharya prometió estar abierto a opiniones que pudieran estar en conflicto con las suyas. “La disidencia”, afirmó, “es la esencia misma de la ciencia”.
Calvin Woodward / Nathan Ellgren / Agencia AP / Edición: 4 Vientos

Ese compromiso está siendo puesto a prueba.
Este lunes 9 de junio, decenas de científicos de la agencia enviaron a su líder, designado por Trump, una carta titulada Declaración de Bethesda, un desafío frontal a “políticas que socavan la misión de los NIH, desperdician recursos públicos y perjudican la salud de los estadounidenses y personas en todo el mundo”.
Dice: “Nosotros disentimos”.
En una capital donde los expertos a menudo insisten en el anonimato para decir cosas así de forma pública, más de 90 investigadores de los Institutos Nacionales de Salud, directores de programas, jefes de rama y oficiales de revisión científica pusieron sus firmas en la carta.
También han puesto sus carreras en juego.
Además, 250 de sus colegas en toda la agencia respaldaron la declaración sin usar sus nombres.
La carta de cuatro páginas, dirigida a Bhattacharya, también fue enviada al secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., y a miembros del Congreso que supervisan los NIH.
El portavoz de la Casa Blanca, Kush Desai, defendió el enfoque de la administración hacia la investigación federal y dijo que el presidente Donald Trump se centra en restaurar un “Estándar de Oro” de la ciencia, no en el “activismo ideológico”.

ENFRENTANDO UNA “CULTURA DE MIEDO”
Los firmantes hicieron pública su posición ante una “cultura de miedo y supresión” que, dicen, el gobierno del presidente Donald Trump ha extendido por todo el servicio civil federal.
“Nos vemos obligados a hablar cuando nuestro liderazgo prioriza el impulso político sobre la seguridad humana y la administración fiel de los recursos públicos”, dice la declaración.
Bhattacharya respondió expresando que “tiene algunos conceptos erróneos fundamentales sobre las direcciones políticas que los NIH han tomado en los últimos meses”.
Y agregó en un comunicado: “Todos queremos que los NIH tengan éxito (…) No obstante, la disidencia respetuosa en la ciencia es productiva”, dijo en un comunicado.
La Declaración de Bethesda, que lleva ese nombre por la ubicación de la sede de la agencia en Maryland, detalla la agitación en la principal institución de investigación en salud pública del mundo en el transcurso de unos pocos meses.
Aborda la cancelación abrupta de 2.100 subvenciones de investigación valoradas en más de 12.000 millones de dólares y algunos de los costos humanos que han supuesto, como cortar regímenes de medicación a participantes en ensayos clínicos o dejarlos con implantes de dispositivos sin monitoreo.
En un caso, un estudio apoyado por los NIH sobre tuberculosis multirresistente en Haití tuvo que detenerse, cesando el tratamiento antibiótico a mitad de curso para los pacientes.
En varios casos, ensayos que estaban casi completados se volvieron inútiles sin el dinero para terminar y analizar el trabajo, dice la carta.
“Terminar un estudio de investigación de cinco millones de dólares cuando está completo al 80% no ahorra un millón de dólares”, señala el texto, “desperdicia cuatro millones de dólares”.

QUITÁNDOSE LA MÁSCARA
Jenna Norton, quien supervisa la investigación sobre desigualdades en salud en el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de la agencia, apareció recientemente en un foro de la senadora Angela Alsobrooks, demócrata de Maryland, para hablar sobre lo que está sucediendo en los NIH.
En el evento se cubrió el rostro para ocultar su identidad. Ahora se quita la máscara. Ella fue una de las principales organizadoras de la declaración.
“Quiero que la gente sepa lo mal que están las cosas en los NIH”, dijo Norton.
Los firmantes dijeron que modelaron su acusación después de la propia Declaración de Great Barrington que hizo Bhattacharya en octubre de 2020, cuando era profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford.
Su declaración reunió a epidemiólogos de enfermedades infecciosas y científicos de salud pública de ideas afines que disentían de lo que veían como políticas de confinamiento por COVID-19 excesivas, y se sentían marginados por la comunidad de salud pública más amplia que impulsaba esas políticas, incluyendo los NIH.
"Él está orgulloso de su declaración, y nosotros estamos orgullosos de la nuestra”, indicó Sarah Kobrin, jefa de rama en el Instituto Nacional del Cáncer de los NIH y que firmó la Declaración de Bethesda.

INVESTIGACIÓN SOBRE EL CÁNCER, A UN LADO
Como jefa de la Rama de Investigación de Sistemas de Salud e Intervenciones, Kobrin proporciona supervisión científica a investigadores de todo el país que han sido financiados por el instituto del cáncer o desean serlo.
Pero los recortes en personal y dinero han cambiado su trabajo de mejorar la investigación sobre el cuidado del cáncer, a lo que ella ve como minimizar su destrucción.
“Mucho de eso se ha ido; mi trabajo, por ejemplo”, declaró.
La veterana de 21 años de los NIH dijo que firmó porque “no quiero ser una colaboradora” en la manipulación política de la ciencia biomédica.
Ian Morgan, un becario postdoctoral con el Instituto Nacional de Ciencias Médicas Generales, también firmó la declaración.
“Tenemos un dicho en la ciencia básica”, dijo. “Te conviertes en médico si quieres tratar a miles de pacientes. Te conviertes en investigador si quieres salvar a miles de millones de pacientes”.
Agregó; “Estamos haciendo la investigación que va a crear las curas del futuro”, pero eso no sucederá, sostuvo, si el gobierno republicano de Trump prevalece con sus severos recortes a las subvenciones.
Los empleados de los Institutos recalcaron que hablaban por sí mismos y no por sus academias o las universidades o escuelas donde laboran, pero los disidentes abarcan toda la amplitud de los NIH.
Empleados de los 27 organismos que integran los Institutos Nacionales de Salud dieron su apoyo a la declaración. La mayoría de los que firmaron están íntimamente involucrados en la evaluación y supervisión de subvenciones de investigación externa.
La carta afirma que “los ensayos de los NIH se están deteniendo sin considerar la seguridad de los participantes”, y que la agencia está eludiendo compromisos con los participantes de los estudios que “se arriesgaron personalmente para dar el increíble regalo de muestras biológicas, entendiendo que su generosidad impulsaría el descubrimiento científico y mejoraría la salud”.
El gobierno de Trump ha atacado la investigación en salud pública en varios frentes, tanto directamente como parte de su amplio esfuerzo por erradicar los valores de diversidad, equidad e inclusión en toda la burocracia, como parte de su impulso por privar a algunas universidades de dinero federal.
En la Casa Blanca, Desai dijo que los estadounidenses “han perdido confianza en nuestro aparato de salud e investigación cada vez más politizado, que ha estado obsesionado con DEI y COVID, de los cuales la mayoría de los estadounidenses se alejaron hace años”.

CORTES INDISCRIMINADOS
Esto ha forzado “cancelaciones indiscriminadas de subvenciones, congelaciones de pagos para investigaciones en curso y retenciones generales en premios sin importar la calidad, el progreso o el impacto de la ciencia”, dice la declaración.
Algunos empleados de los institutos han salido anteriormente en protestas televisadas para expresar sus quejas, y muchos abandonaron la reunión de Bhattacharya con el personal.
De hecho, la declaración es el primer esfuerzo cohesivo para registrar el descontento generalizado de la agencia con la dirección de los NIH.
En su carta, los disidentes recuerdan a Bhattacharya su ética a menudo declarada de que la libertad académica debe ser un pilar en la ciencia.
Con eso en su lugar, indicó en un comunicado en abril, “los científicos de los NIH pueden estar seguros de que se les brinda la capacidad de participar en un discurso académico abierto como parte de sus deberes oficiales y en sus capacidades personales sin riesgo de interferencia oficial, desventaja profesional o represalias en el lugar de trabajo”.
Ahora se verá si eso es suficiente para proteger a esos empleados de los Institutos Nacionales que desafían tanto al gobierno de Trump como a él.
“Hay un libro que leo a mis hijos, y habla sobre cómo no puedes ser valiente si no tienes miedo”, señaló Norton, quien tiene tres hijos pequeños.
“Estoy muy asustada de hacer esto, pero trato de ser valiente por mis hijos porque sólo va a ser más difícil hablar. Y tal vez estoy poniendo a mis hijos en riesgo al hacer esto".
Pero concluye con certeza:
“Sin embargo, lo estoy haciendo de todos modos porque no podría vivir conmigo misma de otra manera”.
Comentarios