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OPINIÓN: VIDAS EJEMPLARES: Las lecciones de Salvador Allende, a 50 años de su muerte

A mediados del siglo XX una ola de represión y autoritarismo recorrió América Latina. Fueron años oscuros en los que la región se convirtió en un escenario alternativo de la Guerra Fría que se libraba entre EEUU y la URSS.


Elba Astorga* / La Conversación / 4 Vientos



Allende y su pueblo (Foto de Naul Ojeda).



Tras el fracaso de sus ataques al gobierno cubano -ya por entonces bajo el ala soviética- el gobierno estadounidense de Richard Nixon, a través de la CIA, montó la Operación Cóndor, buscando evitar a toda costa la instauración de gobiernos izquierdistas en el Cono Sur. Así, durante años, gobiernos dictatoriales controlaron con mano férrea Perú, Bolivia, Brasil, Paraguay, Chile, Argentina y Uruguay.


El 11 de septiembre de 2023 se conmemoró el cincuentenario del Golpe de Estado en Chile con el que cayó el gobierno de Salvador Allende. Solo tuvo tres años para, a nivel económico, intentar demostrar que era posible que Chile se hiciese dueño de sus recursos; a nivel social, hacer cambios que mejoraran la vida de los pobres y los oprimidos; y a nivel político, que no era una utopía alcanzar el socialismo por una vía pacífica y democrática.


Esa mañana del 11 de septiembre del 73, a finales del invierno austral, a la salida de los tanques, Allende se negó a abandonar el Palacio de la Moneda. En el archivo y en las hemerotecas han quedado las imágenes urgentes de esa jornada y un sonido, el del último discurso del mandatario socialista, grabado en su despacho de la sede del gobierno:


"Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza que la semilla que entregaremos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos".

Del Palacio de la Moneda el presidente Allende solo salió muerto. Durante años se mantuvo la idea de que había perdido la vida luchando contra el fascismo, Con el paso del tiempo, y a instancia de la familia, los informes periciales han dejado claro su suicidio.



Allende, el socialista, y Pinochet, el traidor fascista (Imagen en criterio.hn)



Con el Estadio Nacional convertido en un inmenso centro de detención y visto que la violencia, la represión y la tortura instauradas por el régimen de facto crecían por momentos, los más comprometidos con la vía socialista chilena buscaban la manera de protegerse y resguardar a sus familias.


En esos días, la legación diplomática del gobierno socialdemócrata sueco fue una tabla de salvación para muchos de los que intuían el peligro que los acechaba. El exilio de los chilenos a Suecia fue otra de las causas que abrazó el primer ministro Olof Palme, gran defensor de los países del Tercer Mundo contra el colonialismo político y económico, y de los derechos de sus gentes.


En 1990 un plebiscito decidió la vuelta de Chile a un camino democrático en el que todavía está pendiente una reforma constitucional de calado que deje atrás los resquicios del régimen militar que permanecen en la Carta Magna (una visión reformada en 2005 de la Constitución redactada en 1980, en plena dictadura).


Pinochet abandonó el cargo de presidente para convertirse en senador vitalicio y ocupar un lugar de honor como padre de la patria.


En 1998, Baltasar Garzón, un juez español que investigaba los casos de víctimas españolas de la Operación Condor, aprovechó una visita de Pinochet a Londres por razones médicas. pidió su extradición para ser juzgado en España por crímenes de lesa humanidad.


Tras varias idas y venidas, los tribunales del Reino Unido decidieron que Pinochet podía ser extraditado a España. Algo que nunca ocurrió porque, alegando razones humanitarias -una salud frágil-, el gobierno británico permitió al exdictador regresar a Chile.


Pinochet murió sin ser juzgado, pero las actuaciones de Garzón permitieron a la justicia internacional dar un paso de gigante.


Ahora, nos toca no olvidar Chile porque "la historia es nuestra y la hacen los pueblos".



* Elba Astorga es maestra en Dirección de Empresas, maestra en Periodismo, licenciada en Artes y colaboradora de la sección de Economía del portal The Conversation, en español.


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