En Nepal, hay una aldea que se encuentra en las estribaciones del Himalaya, oficialmente llamada Hokse, pero comúnmente conocida como "Valle del Riñón". Al menos a una persona en cada hogar de esta aldea se le ha extraído y vendido ilegalmente el riñón.
Freedom United* / Edición 4 Vientos
Un vendedor anónimo de riñón en Hokse, muestra la cicatriz que le quedó de su operación (Foto: Matt Alesevich / The Word).
Motivados por la desesperación y la pobreza, muchos de los que tienen cicatrices comparten sus historias y revelan un problema más amplio de explotación y vulnerabilidad que es omnipresente en "Kidney Valley".
La prevalencia del tráfico de órganos en el "Valle del Riñón" está directamente relacionada con el grado de pobreza en la aldea.
Los intermediarios, aprovechándose de las dificultades económicas, han coaccionado a innumerables lugareños para que vendan sus órganos durante muchos años.
Hace unos días, Cordelia Lynch de Sky News informó:
"Los lugareños han tratado desesperadamente de sacudirse esa infamia en los últimos años; se sienten engañados, dañados por ella. Algunos dicen que fueron explotados, otros afirman que incluso les dijeron que sus riñones volverían a crecer. Algunos han muerto como resultado de lo que les hicieron a sus cuerpos".
Kanchha es un hombre de cuarenta años de Hokse, y dice que todavía tiene dolor y no puede trabajar debido a los efectos secundarios de la cirugía.
"Es imposible contar cuánta gente lo ha hecho, en todas partes, en este pueblo, en ese pueblo, ¡Tanta gente ha vendido sus riñones!"
Suman, de 31 años, afirma que estaba tan desesperado financiera y emocionalmente que sintió que sus únicas opciones eran acabar con su vida o viajar a la India para vender su riñón a una mujer que se hacía pasar por su hermana.
La enorme pobreza, acentuada por un devastador terremoto en 2015, puso a Hokse en la mira de los traficantes ilegales de órganos (Foto: Matt Alesevich / The Word).
Mientras la aldea trata de olvidar su dolorosa historia con la sustracción ilegal de órganos y las terribles consecuencias que se derivaron de ella, Nepal se enfrenta a otra crisis, en la que una vez más los riñones están en el centro de la misma.
A medida que la pobreza persiste, los trabajadores migrantes nepalíes buscan alivio económico en otros países solo para enfrentar un nuevo peligro: insuficiencia renal debido a las duras y explotadoras condiciones laborales.
Estos trabajadores, que a menudo viajan para ocuparse en los países del golfo pérsico, están expuestos al calor extremo y a la deshidratación. Al regresar a casa, los hombres que alguna vez estuvieron sanos ahora necesitan desesperadamente un trasplante de riñón.
Jit Bahadur Gurung, un trabajador migrante de 29 años en Arabia Saudita, dice:
"Tuve que trabajar con un calor extremo, alrededor de 50 grados. No teníamos tiempo para almorzar, ir al baño o beber agua. Me estaba sobrecalentando. De repente sentí que se me hinchaban los pies y no podía caminar. Luego me dijeron que mi riñón había fallado".
El doctor Pukar Shresth, cirujano árabe de trasplante de órganos, explica que ha notado un patrón de hombres jóvenes que van a trabajar a altas temperaturas, beben poca agua y regresan con los riñones completamente fallidos.
"Es muy grave porque alrededor de un tercio de todos los trasplantes son trabajadores migrantes que han venido del extranjero. Esto ha causado una gran carga a nuestros recursos de salud porque representan más del 30% del número total de trasplantes en nuestro país".
Una gran brecha entre la oferta y la demanda alimenta el tráfico de órganos, y la falta de donantes consentidos y dispuestos ha dado lugar a un mercado negro en donde se estima que uno de cada diez órganos trasplantados ha sido traficado ilegalmente.
Donantes de riñón en Filipinas, una forma de vida (Captura de pantalla en RTVE).
Con las condiciones laborales extremas a las que se enfrentan, muchos hombres migrantes nepalíes resultan en insuficiencia renal; así, la demanda de riñones no hace más que aumentar y el incentivo para el comercio ilegal de órganos no hace más que fortalecerse.
Pero no solo en Nepal existe el problema. Resulta escandaloso, pero la trata de personas con fines de extracción y el tráfico de órganos persisten en todo el mundo, y las principales víctimas son los presos políticos, las minorías étnicas y religiosas y otras personas vulnerables.
Los focos de tráfico de órganos incluyen China, India, Pakistán, Turquía, Brasil, Nepal, Filipinas, Kosovo, Irán y los antiguos estados soviéticos de Europa del Este.
Es alarmante que, a nivel mundial, solo siete países hayan aprobado leyes para combatir estos horribles crímenes. Por eso, hoy exigimos que más naciones sigan su ejemplo para detener la sustracción forzada de órganos y acabar con el tráfico de una vez por todas.
La sustracción forzada y el tráfico de órganos son delitos interrelacionados en los que las piezas se extraen de las víctimas mediante coerción, o sin consentimiento informado, y se venden ilegalmente, a menudo abriéndose camino en el mercado negro.
Esto significa que los turistas que se someten a trasplantes en el extranjero corren el riesgo de recibir órganos relacionados con el tráfico y la sustracción forzada de partes humanas.
En muchos países, las personas empobrecidas son atacadas y coaccionadas para vender un órgano del que los traficantes obtienen un beneficio significativo. En contraste, el "donante" se queda sin atención médica y con importantes riesgos para la salud.
En 2012, China se comprometió a eliminar gradualmente la sustracción de órganos de prisioneros, pero un tribunal internacional, investigadores y activistas de derechos humanos subrayan que la práctica continúa hasta el día de hoy.
Precios en el mercado negro de órganos (Imagen: Instituto de Bioética de la Universidad Finis Terrae, Chile).
A pesar de las claras pruebas del problema, los "turistas" siguen yendo al extranjero para realizar trasplantes en los que no se puede verificar la procedencia del órgano.
De hecho, las investigaciones sugieren que el 28% de los trasplantes de órganos en China van a extranjeros.
Pero hay señales prometedoras de que los gobiernos de todo el mundo están despertando a este inconveniente. Corea del Sur, Bélgica, Noruega, Italia, Taiwán, España e Israel han aprobado leyes para combatir la sustracción forzada de órganos, el turismo de trasplantes y el tráfico de órganos.
Canadá y el Reino Unido están presentando proyectos de ley similares que penalizarían la práctica de recibir un trasplante de órganos cuando no se haya dado el consentimiento informado, o se haya obtenido de forma imprudente, prescribiendo duros castigos para quienes se dediquen al tráfico de órganos en el país y en el extranjero.
Es cierto que los trasplantes pueden salvar vidas, pero creemos que los órganos deben donarse de forma ética y con total transparencia.
Desafortunadamente, esa no es la realidad de muchos países donde se produce este crimen, y ya es hora de que los países de todo el mundo se pronuncien contra el "turismo" de trasplantes de órganos en estos puntos críticos delictivos.
Al crear conciencia y movilizar apoyo, podemos enfrentar las causas fundamentales del tráfico de órganos y abogar por la protección de comunidades vulnerables como las de "Kidney Valley".
Mientras navegamos por las complejidades de la pobreza, la explotación y las crisis sanitarias, permanezcamos unidos en nuestra determinación de salvaguardar la dignidad humana y combatir el flagelo de la sustracción ilegal de órganos.
* Freedom United es una organización civil independiente que tiene su oficina matriz en Nueva York. Tiene oficinas en decenas de países de Norteamérica, Europa, Medio Oriente y Asia. Su trabajo altruista los agrupa en áreas de educación, empoderamiento y acompañamiento a personas y comunidades que padecen esquemas de trata y/o esclavismo contemporáneo en el mundo.
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