"Estamos empezando a apreciar lo grave que puede ser la interrupción para los telescopios terrestres y espaciales, y a medida que se produzcan más y más sobrevuelos de satélites de compañías privadas, los problemas no harán más que intensificarse".
Leonard David* / Edición 4 Vientos
La misión Starlink 8 de SpaceX lanzó, en junio de 2020, un grupo de 58 satélites Starlink en su cohete Falcon 9, así como tres de los satélites de observación de la Tierra Sky Sat de Planet Lab. Fue el octavo lanzamiento operativo de la mega constelación de satélites de comunicación Starlink de SpaceX (Imagen: SpaceX).
Esa es la opinión de David Koplow, profesor de derecho Scott K. Ginsburg en el Centro de Derecho de la Universidad de Georgetown en Washington, Estados Unidos, quien destaca que, en los últimos años, nuestro planeta se ha visto cada vez más rodeado por satélites Starlink, OneWeb y otras "mega constelaciones".
Sí, el surgimiento de esas súper redes satelitales ofrece grandes beneficios para la humanidad. Pero en una pausa de un minuto, también hay costos sustanciales, incluida una creciente imposición a la astronomía.
Las preocupaciones de Koplow han sido expresadas en varios trabajos académicos, cuyos títulos subrayan sus reparos, tales como: "Grandes constelaciones de pequeños satélites: lo bueno, lo malo, lo feo y lo ilegal", así como "Cegado por la luz: resolviendo el conflicto entre las megaconstelaciones de satélites y la astronomía".
"El mundo ha asumido en su mayoría que la ley internacional básicamente permite a las compañías de satélites hacer lo que quieran en el espacio, al tiempo que obliga a los observatorios a adaptarse lo mejor que puedan", dijo Koplow.
Pero en realidad, el régimen legal no es tan unilateral, según Koplow.
"Los astrónomos también tienen derechos legales al libre uso del espacio, y no necesitan quedarse de brazos cruzados mientras su profesión se ve dañada".
Koplow señaló que, en 2019, el mundo de la óptica y la radioastronomía cambió abrupta y masivamente cuando el primer gran lote de satélites Starlink de SpaceX, propiedad del magnate Elon Musk, se lanzó a la órbita terrestre baja.
"Sacudidos por el repentino brillo de esas naves espaciales, y alarmados por la perspectiva de sus legiones de sucesores, los observatorios se apresuraron a responder", observó Koplow.
Lo hicieron estudiando y documentando las verdaderas dimensiones del problema, comenzando a inventar o conceptualizar medidas de mitigación y entablando conversaciones con SpaceX y otras empresas.
Al centro, NGC 457, el ET o Cúmulo de Búhos en Casiopea, en una pila de imágenes que muestran el número total de rastros de satélites registrados durante los 36 minutos de tiempo total de exposición en una noche de mediados de octubre pasado. Por coincidencia, los rastros enmarcan el sujeto principal, pero la cantidad de satélites que ahora están por encima de nosotros hace que sea casi imposible tomar una imagen de larga exposición, ciertamente al comienzo o al final de una noche, sin registrar al menos un rastro satelital, si no más, por imagen (Foto: Alan Dyer/VW Pics/Universal Images Group vía Getty Images).
"Algunos astrónomos ven esto como una verdadera emergencia de 'pelo en llamas', que anuncia pérdidas irrecuperables para la ciencia espacial; otros presentan un rostro más optimista, lo que representa esto como otro desafío que debe superarse al inspeccionar un cielo cada vez menos prístino", comentó Koplow.
Dicho esto, dijo Koplow, la comunidad astronómica ha relatado que el tiempo y los costos financieros de llevar a cabo una astronomía efectiva aumentarán considerablemente.
"Y algunos datos importantes serán simplemente irrecuperables, con pérdidas concomitantes para la ciencia y la futura exploración y uso del espacio".
En su tratado "Cegado por la luz", Koplow describió el incipiente choque entre las mega constelaciones de satélites y la astronomía, evaluó las autoridades legales internacionales y nacionales pertinentes, y propuso soluciones de compromiso para mitigar el daño.
"En general, la tesis es que se debe lograr un mejor equilibrio entre estos tipos de actividades espaciales que compiten entre sí, sin ceder a ninguno de ellos un derecho integral a proceder sin tener en cuenta las funciones clave del otro".
Koplow reconoció que algunas compañías de satélites han invertido voluntariamente considerable talento corporativo y dinero en esfuerzos para reducir su interferencia con la astronomía.
"Pero estas medidas voluntarias no son adecuadas para resolver el problema, no son duraderas ni confiables, y no han sido adoptadas por todas las empresas".
Concluyó Koplow: "Es necesaria una respuesta más contundente".
* Leonard David es un galardonado periodista que lleva más de 50 años informando sobre actividades espaciales. Actualmente escribe como columnista de Space Insider de Space.com. Es autor de numerosos libros sobre exploración espacial, misiones a Marte y más, siendo el último "Moon Rush: The New Space Race" publicado en 2019 por National Geographic, que también editó "Marte: Nuestro futuro en el planeta rojo", publicado en 2016.
Comments